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miércoles, 22 de septiembre de 2010

Don Winslow inaugura Getafe Negro en la Casa del Libro, de Paco Gómez

Vivir en Madrid te proporciona lo que no te da ninguna otra ciudad en España. Pasé seis estupendos años en Algeciras llenándome el alma de silencios, de paz y de visiones idílicas contemplando el Estrecho. Aromas del Estrecho que irremediablemente echo de menos, cómo no. Pero volví a Madrid, a la ciudad que me vio nacer y crecer, y recuperé muchas cosas a pesar de perder otras. Siempre ocurre así porque así es la vida. Madrid es tan prolífica en actos culturales que, a veces, hasta se solapan, como me ocurrió ayer.

La Escuela de escritores ha programado estos días una serie de “Talleres express”. Uno de ellos era ayer, impartido por Juan Carlos Márquez en el incomparable escenario de la renovada librería Fuentetaja. Pero ayer, media hora antes, era la presentación en la Casa del libro de “El invierno de Frankie Machine”, segunda novela publicada en España de Don Winslow. Decidí que tenía que hacer todo lo posible por intentar acudir a los dos eventos. Al final, pude hacerlo y pasé una tarde agradabilísima.

El principal reclamo de una presentación es el autor de la novela, pero no es el único. Y la puesta en escena de ayer creaba muchas expectativas que se corroboraron una por una. En la sala de actividades de la segunda planta de la Casa del libro, tras un gigantesco póster de la edición 2010 de Getafe Negro, se situaronCarmen Fernández de Blas, Lorenzo Silva y el propio Don Winslow. Abrió la presentación Carmen, flamante directora editorial de Martínez Roca; una mujer que ha dirigido Plaza & Janés, Ediciones B y Temas de hoy, entre otros importantes grupos editoriales y que tiene fama de olfatear y detectar nuevos best sellers como nadie, no en vano es la descubridora de Matilde Asensi y Julia Navarro, como de tantos otros escritores que ahora son superventas. Con ella en la editorial, no es extraño que Martínez Roca se haya hecho con los derechos de las novelas de Don, ya que este hombre va a ser un filón de oro en España. Nos lo presentó y cedió la palabra a Lorenzo Silva.

Lo de Lorenzo es muy fuerte. Ya conocéis sus éxitos de la serie Bevilacqua y Chamorro, pero además, este prolífico escritor es finalista y ganador del Premio Nadal, tiene el premio Primavera de novela y recientemente ha ganado el VIII Premio Algaba de Biografía, Autobiografía, Memorias e Investigaciones Históricas con su obra “Sereno en el peligro. La aventura histórica de la Guardia Civil”. No se trata aquí de biografiar aquí a uno de nuestros escritores más laureados, pero para más señas sólo decir que lleva las cartas al director del suplemento dominical de ABC y que, de vez en cuando, aterriza por el suplemento universitario semanal del diario El Mundo escribiendo artículos de Educación, además de ser Comisario e impulsor de Getafe Negro, uno de los más prestigiosos festivales de Novela Negra de nuestro país.

Lorenzo Silva comentó que descubrió a Don en Cadaqués, leyendo “El poder del perro”, primera novela del americano publicada en España. Al parecer, entre la tranquilidad de esas playas tan en calma, experimentó una explosión de violencia sin límites que le transportó a las guerras del narcotráfico en Méjico, tema de rabiosa actualidad, en la que el protagonista, un agente de la DEA, abandona su lucha porque descubre que el problema no es Méjico, sino el inmenso poder de un mercado como el de su propio país, Estados Unidos. No obstante, Lorenzo comentó que incluso le ha gustado más “El invierno de Frankie Machine”, una novela en la que se describe la vida de un hombre tranquilo de 62 años. Tranquilo hasta que la mafia secuestra a su hija y sale a la luz el pasado del protagonista, un hombre que militó en la mafia y que era conocido como “Frankie, la máquina”.

Después habló Don Winslow, quien aterrizó en Madrid el pasado domingo por la tarde con su mujer. No sé si lo que dijo entra dentro de las cosas que se dicen en las presentaciones, pero el caso es que les pilló la vuelta ciclista por la Gran Vía y tuvieron que dar un gran rodeo para llegar hasta el hotel, dándose cuenta de que Madrid era la ciudad más bonita de Europa, desbancando en sus percepciones a París. Algo así, dicho de sopetón y ante un buen puñado de madrileños propició las simpatías del respetable. Su disertación continuó haciendo un recorrido por su trayectoria para contarnos lo que algunos ya sabíamos: que Don, antes de escritor, había sido detective privado. Y, como muchos otros escritores de Novela Negra, no dividió al género humano entre buenos y malos, ya que su opinión es que todos tenemos ambas cualidades en una u otra medida. Nos contó la anécdota de que cuando paseaba con su mujer por Gran Vía se sorprendió muchísimo de ver en el escaparate de la Casa del Libro una fotografía suya de gran tamaño, frente a la que posó divertido mientras su mujer le hacía una foto. Seguro que pasó inadvertido entre los miles de transeúntes, porque Don posee la fisonomía adecuada para hacerlo: un tipo calvo y con gafas con toda la pinta de un tipo corriente, aunque no lo sea en absoluto.

No puedo hablaros de la Literatura de Don porque no me ha dado tiempo a leerlo. Tengo pendiente la primera desde hace tiempo. Descansa en un anaquel de mi desordenada habitación, eso sí, ahora firmada por el autor. Después del acto, agarré la segunda y volví a hacer cola. Cuando llegué, le dije a Don: “Paco, another time”. Y esto fue lo que plasmó en la dedicatoria mientras sonreía.

Parece que no tenía nada más que hacer allí una vez que Lorenzo Silva me saludó, lo cual siempre me complace. Pero yo no hacía nada más que mirar a Carmen Fernández de Blas y en mi cabeza bullía la idea de poder hablar con ella. La excusa la tenía, no en vano mi primera novela fue contratada por Martínez Roca hace tres años y medio y todavía está en espera de publicación. Incluso pensé en pedir a Lorenzo el favor de que me la presentara, pero él, solícito, no dejaba de hablar con unos y con otros. Por otra parte, no me gusta endosar marrones a nadie, y menos a la gente que admiro. Pero abordar a Carmen por la cara y de sopetón requería una buena dosis de atrevimiento que al final reuní. Sólo os diré que me atendió amablemente y me dijo que había leído mi novela. Me extendió su tarjeta profesional y conseguí una cita telefónica con ella para la posible resolución de la publicación de mi novela, aunque esto, será motivo posiblemente de otra entrada en este blog.

Finalmente, y tras la emoción de haber hablado con Lorenzo y con Carmen, llegué sudoroso y fatigado al sótano de la librería Fuentetaja con el tiempo suficiente de engancharme al taller express del que os hablaba al principio, en donde pude disfrutar de una hora y media de charla literaria con el profesor y los compañeros.

No hay acto literario que se precie que no deba acabarse con un acto gastronómico, así que, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y de que el Paraíso del jamón está en la mismísima calle de San Bernardo, puse fin al día disfrutando de un bocadillo de jamón de bellota y una copa de Rioja, a fin de celebrar la tarde literaria y..., mi gran osadía.

1 comentario:

Goizeder Lamariano Martín dijo...

Me ha gustado mucho la crónica de la presentación, le has dado un toque muy personal. Gracias por pasarte por mi blog. Saludos y me alegro mucho de que la tarde te saliese tan redonda y literaria y la disfrutases tanto.

Cuéntate la vida http://cuentatelavida.blogspot.com