Poemario NO TARDES EN VOLVER A LA CRISTALERA DEL TIEMPO, de Virtudes Reza. EDITORIAL LEDORIA

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El círculo alquímico, de Paco Gómez Escribano. Editorial Ledoria. I.S.B.N.: 978-84-95690-73-9. A la venta en enero.
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lunes, 6 de mayo de 2013

Un insólito día para Silvestre Mendo, de Gonzalo Martín Parra, por Paco Gómez Escribano

             La vida te lleva por caminos insospechados. También la Literatura. A Gonzalo tuve el gusto de conocerlo porque coincidí con él en la caseta de firmas de Fuente el Saz, un pueblo del Este de Madrid. Me llamó la atención su juventud y ese aire de Quentin Tarantino que lucía con una despreocupación muy espontánea. Durante el fin de semana tuvimos tiempo de compartir charlas y cervezas. Enseguida conectamos a pesar de la diferencia generacional, por lo literario y por lo musical, ya que es bajista de un conjunto de rock.
            No recuerdo si fue por la tarde, creo que sí, cuando yo llegué antes. Y para matar el rato, en ausencia de lectores que me pidieran que les firmara mi novela, agarré la suya y me puse a leer. Lo primero que llama la atención de “Un insólito día para Silvestre Mendo” (Araña editorial) es su formato de novela de kiosko. Después, como ya he dicho, la insultante juventud del autor (el relevo está garantizado), y por último, la calidad de sus párrafos.
            La historia empieza mostrándonos al protagonista tirado en la cama de un hostal con una resaca del quince. Y el manager del establecimiento, un pakistaní lacayo del dueño, le descubre. Silvestre, harto de trabajar en ese tugurio, planea su venganza y roba unas cuantas cosas. A partir de ahí se lanza a la calle, a vivir su particular día entre un mundo entre lo real y lo imaginario.
            Los sucesivos capítulos nos van mostrando la personalidad del protagonista, un tipo escéptico y desclasado que, como don Quijote, huye de la realidad a través de una escapada hacia ninguna parte. Va transitando por paisajes, siempre urbanos, que una y otra vez le involucrarán en situaciones no escogidas, escenarios teñidos de mucho surrealismo onírico vivido en una realidad más que ordinaria, la de Silvestre, que se topa con un mendigo antropófago y con un perro que habla, por citar dos de los extravagantes personajes que pueblan esta historia.


            Silvestre, no obstante y pese a la marginalidad reinante, es un tipo que se expresa con un lenguaje muy cuidado a través del cual nos va explicando sus pautas ideológicas que, básicamente son: desencanto con el sistema y desprecio por la vida aburguesada de los demás, incluso por la de él mismo.

              
            Las andanzas de nuestro protagonista están rodeadas por el alcohol y por las drogas en un incesante carrusel de vivencias que recuerdan a la filosofía punk de los 70: “vivir hoy y no pensar en el mañana”. La prosa de Gonzalo recuerda al realismo social de los clásicos, con toques continuos de Bukowski, y con remembranzas del Holden Caulfield de Salinger y su lenguaje provocador, ya digo, siempre a través de un ambiente onírico que raya el surrealismo.
            La novela se lee del tirón no solo por su brevedad, sino porque el autor nos lleva a hacer un viaje vertiginoso a través de unos capítulos que en cierta medida también están plagados de ese buen género negro que la situación actual de crisis propicia, ese desencanto en todos los sectores de la sociedad, principalmente entre los jóvenes, a los que el sistema les ha cerrado las puertas de cuajo. Y Gonzalo lo plasma de manera magistral desde el fondo de su juventud, desde las entrañas de un autor que, si sigue escribiendo, dará que hablar.

Facebook del autor: https://www.facebook.com/gonzalo.l.martin.5?fref=ts

miércoles, 17 de abril de 2013

Un jodido fiordo noruego, por Paco Gómez Escribano



Desde mi ventana, el barrio presentaba ese jodido paisaje gris de todos los días. Podía ver a los chavales jugar al fútbol en el descampado. Otros estaban sentados en los terraplenes, fumando y con cara de malas ideas. Yo había jugado a sustituir la resaca esnifando de un bote de pegamento como si me fuera la vida en ello. Cuando terminé, el mismo paisaje gris me pareció un jodido fiordo noruego, y eso que jamás había visto uno.
Cuando se me pasó el pedo, bajé a la calle. En la puerta de la bodega me encontré con el Botas y el Chino, dos colegas de toda la vida. Decir “de toda la vida” en este caso suena a extravagancia pensando que solo teníamos dieciséis años, pero es una forma de hablar, ya me entienden. Compré un litro de cerveza y ellos se hicieron un porro.
-¿Cómo lo llevas, Lucky? -dijo el Botas.
-De puta pena, tronco. ¿Nos hacemos unas cabinas?
-Puta madre -dijo el Chino-. Pero nos vamos a otro barrio, aquí ya nos tienen más vistos que el tebeo.
Nos fuimos hasta la carretera de Vicálvaro. Fichamos un GS nuevecito. Abrimos la puerta con una tonta y le hice el puente. Salimos a toda hostia y no paramos hasta la primera cabina en Vicálvaro. Nos hicimos cinco. El Chino tenía un sistema infalible: Maza y cortafríos. El Botas vigilaba y yo les esperaba con el carro en marcha. Nos hicimos con mil duros, compramos un pack de cervezas y nos fuimos al Canciller. Dejamos el carro abandonado cerca de Ventas. Estuvimos escuchando música y bebiendo. Buscamos al Brujo, que era el camello del Canci, y pillamos anfetas y jachís. Después pillamos un taxi y nos fuimos a la Gran Vía a ver a las putas. Cuando doblamos por Ballesta vi a la Charo. Llevaba minifalda, medias de rejilla e iba pintarrajeada como cualquiera de las putas. La Charo era del barrio.
¡Joder! La Charo era mi novia. Bueno, o algo parecido.
El Botas y el Chino se quedaron pasmados. Más que por ver a la Charo, por ver el careto que puse. Y el que puso ella.
Me fui hacia la esquina con una mala hostia que pa qué. La trinqué del brazo y la zarandeé.
-¿Qué coño haces aquí, me lo quieres explicar?
-¡Déjame, Lucky, vete a la mierda!
-¿Cómo que me vaya a la mierda? ¿Qué hay de lo nuestro?
-Lo nuestro es una mierda, igual que todo. Mi madre está enferma y mi hermano es un yonki de mierda. ¿Me vas a dar tú todo el dinero que necesito?
-¡Sabes que siempre te he ayudado en lo que he podido, joder. Lo último que esperaba era verte aquí!
Las voces habían alarmado al personal, así que pronto nos vimos rodeados de las otras putas y de gente morbosa cuyas vidas están vacías. No le vi venir, pero un nota gigante me cogió de la cabeza y me alzó a pulso. Yo pataleaba y de vez en cuando le acertaba una patada en el pecho. Fue el Chino el que sacó el estilete y le empezó a dar puñaladas en los costados. Me metí una hostia contra el suelo en cuanto me soltó. Me incorporé y le metí una patada en los huevos. El Chino seguía clavándole el estilete. Finalmente, el nota cayó al suelo sobre un charco de sangre. A esas alturas, la gente y las putas gritaban como si las puñaladas se las dieran a ellos.
-¡Le habéis mataohijoputas, le habéis matao! -gritaba la Charo.
-¿Era tu chulo? -le pregunté.
-¡Estáis como una puta regadera, joder!
-Agua, Lucky -dijo el Botas.
Salimos corriendo y solo paramos cuando nos hubimos alejado lo suficiente. Yo llevaba a la Charo agarrada del brazo. Se le había corrido el rímel y la pintura de los labios. Estaba preciosa. Vale, era una puta, pero estaba preciosa. Al menos no podría volver a la misma esquina.
Cogimos un taxi y nos fuimos al barrio. La Charo dijo que no podía plantarse en el barrio con esas pintas, pero no la hicimos caso. Me llamó hijo de puta. Le di un par de hostias. Ella se echó a llorar. Le metí dos talegos en el bolsillo de la minifalda sin que se diera cuenta. La llevamos hasta el portal de su casa. Después engañamos al taxista y le quitamos la recaudación en una calle apartada. Se quiso hacer el valiente, aunque se le bajaron los humos en cuanto vio al Chino con el estilete en una mano y el cortafríos en la otra. Al final se fue y nosotros nos comimos las anfetas que nos quedaban. Después, compramos un litro en la bodega y nos hicimos un peta en un banco del descampado.
-Vaya putada, Lucky -dijo el Botas.
-¿Vosotros lo sabíais?
El Chino y el Botas se miraron y bajaron la mirada. No hizo falta que me contestaran.
-Pasa de ella -dijo el Chino.
-Voy a por una papelina de caballo -dijo el Botas.
Al rato estábamos calentando la cucharilla. El primer pico se lo dio el Botas. Antes nos había comentado que solo había una chuta y nosotros sabíamos que pincharnos con la misma tenía sus riesgos. Pero eran las dos de la mañana, a ver dónde coño conseguíamos otras dos. En esos momentos no piensas en lo que te pueda pasar. Solo piensas en el jodido caballo entrando por las venas. Y en que eso es lo que hay. Eso o nada. Así que me até la goma al brazo y me metí el pico. Cuando el caballo entró por la vena ya no había Charo. No había barrio, no había nada, ni miseria ni desesperanza. Flipé como solía hacerlo y después me quedé dormido. Soñé que vivía en una casa grande, en una montaña nevada con vistas a un lago enorme. Otra vez el jodido fiordo noruego. Lo mismo en otra vida había sido vikingo, vaya usted a saber.
Cuando desperté, el Botas estaba zarandeando al Chino.
-¿Qué pasa tronco?
-¿Que qué pasa? Este no se despierta, tío. ¡La hemos cagao, joder, la hemos cagao!
No soy médico, nunca llegaría a serlo. Pero no hacía falta ser muy listo. El Chino estaba blanco, con los ojos abiertos y frío como el mármol.
A su entierro fuimos el Botas, la madre del Chino, sus dos hermanas y yo. También iba a ir la Charo, pero más tarde me enteré de que tenía un servicio.
El Botas me dijo que le acompañara a dar un palo, pero me fui a mi casa. Me abrí un bote de cerveza y me fumé un porro. Después estuve un buen rato esnifando pegamento. Al mirar por la ventana, el barrio volvió a parecerme un jodido fiordo noruego.

viernes, 1 de marzo de 2013

La fiesta, de Luis Gutiérrez Maluenda, por Paco Gómez Escribano


Cuando un autor te inspira confianza, procuras hacerte con todo lo que publica, independientemente de tramas, personajes o de tu predisposición a comprar libros. “La fiesta” (Editorial Alrevés) es la última novela de Luis Gutiérrez Maluenda. Y si bien todas sus novelas publicadas por la editorial hasta ahora correspondían a la serie del detective Atila, en esta, el autor nos ofrece una historia diferente, pero una historia de género negro al más puro estilo Maluenda.


Los protagonistas principales son Susana, Marta, Salvio y Raúl. Acuden a una fiesta en la que Susana descubre a una chica degollada en la bañera. La fiesta la organiza Pablo, que es el jefe de Marta. Marta y Raúl están casados, pero en proceso de separación. Salvio es el amante de Marta y la ha acompañado a la fiesta. Y Raúl, que es médico, es el encargado de atender el shock de Susana. La investigación corre a cargo del inspector Colomer, un policía incisivo con un ojo que va a su bola y emite destellos intimidatorios, cuyo principal pasatiempo es desmantelar refranes. A lo largo de la investigación, el obstinado inspector se empeña en tratar a los cuatro personajes como una unidad y estos se organizan para seguir una estrategia común, a pesar del odio existente entre Marta y Raúl, los constantes enfrentamientos de Susana y Marta y el escepticismo de Salvio.


La novela está narrada en primera persona, pero de una forma muy especial, ya que son los cuatro protagonistas quienes nos cuentan la historia alternativamente, lo que propicia una riqueza de perspectivas. El lector debe hacerse una idea de lo que sucede a través de testimonios que muchas veces son contradictorios y que están marcados por las propias relaciones de los personajes, que destilan cinismo, envidia, celos… Y todo ello aderezado por unos secundarios cuyas peculiaridades especiales hacen de la historia una delicia. Para los lectores antiguos, hay un guiño del autor, ya que introduce como secundario a un personaje entrañable que ha protagonizado muchas de sus novelas, y hasta aquí puedo decir.


El desenlace es totalmente inesperado, ya que uno de los personajes no ha dicho toda la verdad y la cuenta al final. Pero la forma en que Maluenda nos conduce hasta él, podríamos decir que es bastante heterodoxa, ya que nos hace pasar por un epílogo del autor en el que es él el que de repente nos habla en primera persona . Después, los personajes se le rebelan. En definitiva, un final espectacular en cuanto a la resolución de la trama y en cuanto a la forma.


Una novela totalmente recomendable plagada de sentido del humor y llena de fuerza. Desde mi punto de vista, una virguería narrativa del autor que profundiza en los sentimientos humanos, poniéndose en la piel de mujeres y de hombres, diferenciando lo masculino y lo femenino y sus intereses encontrados, resolviendo todas las situaciones con éxito.
Valga una muestra del buen humor que destila esta novela:

Frente a la ventana de mi dormitorio hay un solar vallado en el que un día u otro construirán pisos o cualquier otra cosa. Una de las vallas que lo cercan es una superficie lisa y blanca, en ella se entretienen los poetas urbanos, los Van Gogh del espray y os que no tienen otra cosa que hacer que expresar allí sus enloquecidas ideas, debido a que en otro lugar los echarían a patadas. Hay un pequeño espacio que por alguna razón que desconozco parece reservado a mensajes que inciten a la meditación. Cada dos o tres días cambia el mensaje, alguien borra cuidadosamente el antiguo y al poco aparece uno nuevo. Me he acostumbrado a leerlos, en ocasiones tienen mérito. El de aquel sábado decía: “Para vivir fuera de la ley hay que ser honrado. Bob Dylan”.

Debajo estaba la respuesta de alguien que pensaba que él también tenía derecho para emborronar la valla; decía: “Y para ser un psicópata hay que lavarse el pelo tres veces por semana”. Firmaba: “El estilista de Bob Dylan, probablemente tan borracho como él mismo”.

Era posible que Dylan fuera el autor de la primera frase, de lo que no me cabía duda era de que Dylan no tenía estilista.

Se hubiese suicidado.

Al estilista, me refiero.


El autor nos ha hecho descansar de Atila, pero nos ha regalado a ese personaje tan peculiar, el inspector Colomer, que estoy seguro de que volverá a aparecer en alguna de sus futuras novelas. Porque de Luis Gutiérrez Maluenda, siempre queremos más.

(Biografía obtenida de Al revés editorial)

El autor:  Después de dedicarse buena parte de su vida a ejercer de ejecutivo informático, decide abandonar para escribir novelas de género negro. Su primera novela, Putas, Diamantes y Cante Jondo, fue finalista del premio Mejor Primera Novela de 2005 otorgado por la Asociación de Novela Negra y Policíaca Brigada 21. Otras de sus novelas son 806 Solo para adultos, finalista del premio Yoescribo.com, Música para los muertos (2007) y Una Anciana Obesa Tranquila (2009). Ha publicado también ensayos y cuentos en diferentes medios culturales, como las revistas El coloquio de los perros y Prótesis o el fanzine LH’ Confidential; su cuento «Harlem» figura en la antología La Lista Negra que reúne a los nuevos valores de la novela policíaca española. Asimismo, su conferencia sobre la importancia del jazz y el blues en la novela negra, se incluye en el libro Geografías en Negro. Complementa su tiempo asistiendo como invitado a conferencias y mesas redondas en torno a su tema preferido, novela negra, jazz y blues.

Novelas:
La fiesta, (2013)
Ruido de cañerías, (2012)
Un buen lugar para reposar, (2012)
Un caniche blanco muerto, (2012)
Los muertos no tienen amigos, (2011)
Mala hostia, (2011)
El árbol bajo el que siempre llueve, (2011)
Un origen salvaje, (2011)
Una anciana obesa y tranquila, (2009)
Música para los muertos, (2007)
Putas, diamantes y cante jondo, (2005)

martes, 5 de febrero de 2013

Las cartas robadas, de Lorenzo de Médici, por Paco Gómez

Muchas son las ocasiones en las que se habla de géneros, que en el fondo, no es sino una forma de intentar catalogar una novela, dada la costumbre cerebral de inventariar todo lo que nos rodea. Los autores solemos opinar que no pensamos en ello cuando escribimos una novela, que eso de catalogar es más cosa de libreros, aunque solo sea por situar las novelas en una sección o en otra. Y puede ser que así sea en algunos casos, pero yo no estoy del todo de acuerdo. Cuando se acomete un proyecto novelístico, el autor tiene en la cabeza o sobre el papel un esquema y lógicamente, ya que el escritor es antes lector, aunque sea de forma inconsciente, es el primero en catalogar su propio proyecto.


Las cartas robadas (ed. Espasa, 2012), es la cuarta novela de Lorenzo de Médici (también ha escrito ensayos). Para orientar al lector, podríamos decir que es una novela que cabalga entre el siglo XVII y la actualidad. Podemos decir que es una novela histórica, ya que narra hechos relacionados con María de Médicis, conocida como la reina madre y antepasada del propio autor. Pero a la vez es una novela negra, ya que los hechos que se narran en la actualidad tienen que ver con una intriga alrededor de un asesinato con investigación policial. Son varios los autores que están conjugando el género negro con el histórico cosechando un más que merecido éxito.


Las cartas robadas comienza con el viaje de Ann Carrington, profesora de historia de la Universidad de Brown en Estados Unidos, hasta Italia. El motivo del viaje es la relación por carta de la profesora con Gianni Scopetta, un erudito profesor de la universidad de Florencia que asegura tener documentos históricos relativos a unas cartas secretas de María de Médicis que nunca han visto la luz. Ann decide viajar a Italia a pesar de que la relación con el profesor se ha producido única y exclusivamente por correo electrónico, pero puede más su necesidad de documentarse sobre la reina madre para un ensayo que está escribiendo. Cuando llega a Italia, el profesor no acude a la cita. Más tarde, se entera de que el profesor ha sido asesinado en plena calle. A partir de aquí, junto al inspector de Policía y la viuda del profesor, Ann se verá involucrada en una investigación en la que poco a poco se darán cuenta de que no están solos y en donde nada es lo que parece.

Lorenzo va encajando con habilidad capítulos que nos remontan al año 1623, en donde María de Médicis planea un proyecto secreto para volver al poder. Aleccionada sobre toda clase de intrigas palaciegas, sabe que no puede fiarse de nadie, ni siquiera de las personas de su entorno. Además es víctima de un chantaje por parte de un misterioso personaje y vigilada de cerca por el cardenal Richelieu. Por una serie de circunstancias, confía en Rubens, a quien ha encargado la decoración de la galería del palacio de Luxemburgo. El pintor idea un código criptográfico que le servirá en las comunicaciones con la reina, pero esta desconoce que Rubens es a su vez espía de la infanta Isabel Clara Eugenia, que bierna los Países Bajos en nombre de su sobrino, el rey Felipe IV de España.
 
 
Las dos tramas caminan hacia un desenlace inesperado, resuelto con soltura por el autor, en el que presente y pasado se entremezclan para abordar temas recurrentes en la historia de la literatura: amor, odio, codicia, envidia... El autor utiliza para narrar los hechos la técnica del narrador omnisciente, así que conoce todos los hechos y los va dosificando componiendo un ritmo de lectura ameno y ágil, incrementando las dosis de intriga y haciendo que el lector quiera saber más y desee en cada capítulo relacionar los hechos que suceden en la actualidad con los que ocurren en el pasado.
Si os gusta la novela histórica y el género negro, aquí tenéis una novela altamente recomendable que no os decepcionará.

Libros del autor:

1          Las cartas robadas
2          El amante Español
3          El secreto de Sofonisba
4          La conjura de la reina
5          Guias de viaje Lorenzo de' Medici · Florencia y Toscana
6          Guias de viaje Lorenzo de' Medici · Campos de gof de España
7          Los Médicis - Nuestra historia

El autor:

Lorenzo de Médicis es descendiente directo de la familia Médicis, una de las más importantes de la Historia, cuyo mecenazgo impulsó la creación de las más grandes obras del Renacimiento. nació en Milán (Italia) y pasó su infancia en Suiza. Ha vivido en Estados Unidos y en varios países europeos, residiendo en España desde hace más de una década. Habla seis idiomas.

En la actualidad, presenta una serie de documentales televisivos en Alemania sobre temas históricos. También colabora en prensa y radio.

jueves, 31 de enero de 2013

¿De qué se ríen ustedes?, por Paco Gómez


Ser político, en teoría, es una cuestión vocacional, pero esto, en la práctica es mentira. Cuando cualquier joven con inquietudes, honrado y con la mente limpia intenta hacer carrera defendiendo los intereses de los ciudadanos, se lo quitan de en medio porque no les interesa. ¿Cuál es la verdadera intención del político? Acaparar poder, sin lugar a dudas. Por eso en las campañas electorales (por cierto, financiadas por los bancos como a ellos les da la real gana), se desgañitan en plazas de toros o estadios de fútbol pidiendo, suplicando el voto. Recintos que llenan poniendo autocares para traer a gente de otros pueblos y lugares, gente afín que aplaudirá sus frases retóricas o gente a la que pagarán con un bocadillo y una cerveza, tal es la desvergüenza de unos y el borreguismo de otros.

No hay ex presidente, ex ministro, ex consejero, etc., que no ocupe un cargo en el consejo de administración de alguna multinacional a la que ellos mismos han favorecido. Mientras están en activo, tienen la responsabilidad de adjudicar obras, recalificar terrenos y conceder licencias, entre otras lindezas, labores que luego se ven recompensadas por empresarios sin escrúpulos que no dudan en pagar comisiones a políticos corruptos que hacen del herario público su propio negocio personal.

Por el hecho de ocupar un escaño, cuando lo ocupan, pues parece que todos los días son fiesta para algunos, adquieren unos derechos que se escapan al razonamiento, cobrando pensiones vitalicias con las que pueden dedicarse el resto de su vida a tocarse las narices mientras los demás hemos de seguir trabajando hasta que ellos nos dicen (la jubilación ya va por los sesenta y siete).

El color del partido es lo de menos. Los dos mayoritarios ya han gobernado varias veces. Y cada presidente del Gobierno ha hecho mejor al anterior, por difícil que pudiera parecer. Las partidas presupuestarias de Zapatero y sus ministras barbies hicieron del surrealismo un ejercicio cotidiano llevando al país a una crisis económica sin precedentes. No olvidemos que el movimiento 15 M surge durante su birreinato.

Mira que Zapatero lo hizo mal. Bueno, pues llega Rajoy y pone a nuestra sufrida España patas arriba, cambiando todo lo cambiable y lo que no, recortando en Educación, Sanidad, Justicia... (¡Joder con los conservadores!). Nos hablan de austeridad y de sacrificios los mismos que arrastran la trama Gürtel, el caso Urdangarín y ahora el caso Bárcenas.

Si lo de la portada de “El País” del 31 de enero es cierto, Rajoy debería dimitir y convocar elecciones generales anticipadas. De momento, los grafólogos ya aseguran que la letra del papel de marras es de Bárcenas y Pío García Escudero, uno de los que aparece en la lista, admite haber cobrado esas cantidades pero como un crédito a bajo interés que ya devolvió. ¿Un crédito a bajo interés? ¿Por qué él sí y el resto nos tenemos que buscar la vida a unos intereses del carajo?

Por último, estoy harto de que me tomen por idiota. De tener que tragar con lo de las auditorías que la señora Cospedal asegura que le ha hecho al partido el Tribunal de Cuentas. Claro, claro que el dinero “A” del partido está limpio, señora. Harto de ver a politicuchos maquillados en los platós de televisión mintiendo descaradamente, dilucidando retóricamente lo de aquí y lo de más allá. Harto de ver a periodistas serviles que les preparan preguntas a medida y sacuden la cabeza afirmativamente a cada contestación mientras el político sonríe como si hubiese contado un chiste buenísimo. Con seis millones de parados y el país al borde de la bancarrota, ¿de qué se ríen ustedes?

miércoles, 16 de enero de 2013

La marca del meridiano, de Lorenzo Silva, por Paco Gómez


 
            
Reseñar una novela de Lorenzo Silva es fácil y agradable, tanto o más como leerla, y más si se trata de una de la serie de Belvilacqua y Chamorro que tantas alegrías han dado al autor. Primero un Nadal y ahora un Planeta, quizá los premios más prestigiosos que puede llegar a alcanzar un novelista. El Nadal no da mucho dinero, pero da prestigio y encarrila definitivamente la carrera de quienes lo han ganado. El Planeta da prestigio y dinero, más allá de sus luces y sus sombras y de que muchos años los encargados del premio han optado más por fórmulas de marketing que por la calidad literaria.

            
El que haya sido Silva quien lo ha recibido este año supone un cambio de política en la dinámica del galardón. Se premia una trayectoria intachable y a la vez se da ímpetu a un género, el policiaco, tantas veces denostado y puesto en entredicho por los críticos más pulcros. Y llega en un momento de crisis económica, un hábitat muy confortable para escribir novela negra y, por tanto, describir la realidad social que nos rodea, algo para lo que el género es la herramienta más adecuada. Más allá de la trama y los personajes, Lorenzo aprovecha para describir ciertos aspectos preocupantes, como la corrupción o el hecho de que Gadafi (vale, un tirano y un sátrapa) fuera linchado y que la televisión acercara el hecho a todos los hogares del mundo para que los ciudadanos lo vieran mientras comían apaciblemente en los comedores de sus casas.

            
“La marca del meridiano” (Editorial Planeta), nos presenta el caso de un guardia civil retirado que aparece colgado de un puente. Ha sido brutalmente asesinado, su cuerpo presenta marcas de tortura. Casualmente, el muerto fue antiguo compañero de Belvilacqua, además de maestro y mentor. A partir de aquí, Vila (para los que no lo sepan, abreviatura de Belvilacqua), Chamorro y todo el equipo habitual de investigación se ponen a trabajar, transcurriendo la mayor parte de la trama en Barcelona, antiguo destino del protagonista, que recurre a solicitar la colaboración de los Mossos d’Esquadra para evitar el lío de las jurisdicciones de los dos cuerpos. En el desarrollo de la investigación, se toparán con uno de los temas de actualidad actuales, la corrupción policial, y también con otro de los problemas que acecha siempre a la sociedad, la trata de mujeres. Pero más allá de la resolución del caso y de reflejar la realidad social, Lorenzo, en esta ocasión, disecciona al ser humano para enfrentarle a sus miedos y a sus dudas morales, abordando las consecuencias que una persona debe asumir por tomar las decisiones equivocadas. Quizá sea la novela en la que más facetas personales del brigada Vila hayan sido plasmadas sobre sus cuatrocientas páginas. Y es sorprendente, a la vez que entrañable, una conversación entre el brigada y la sargento en la que el superior se abre a Chamorro, revelándole varias cosas personales que tienen que ver con las deudas que emergen del pasado.
          
La marca del meridiano hace referencia a un arco en la Nacional II, entre las localidades de Bujaraloz y Peñalba, y que señaliza el punto exacto por el que pasa el meridiano de Greenwich, esa línea imaginaria a partir de la cual se empiezan a contabilizar las longitudes de todos los puntos geográficos y que separa también de forma simbólica el Este del Oeste. En la novela divide también dos mundos, dos tramos vitales, los del brigada Vila, que no acaba de integrar muy bien, como casi todo el mundo, su pasado con su presente.


“La marca del meridiano” es la séptima entrega de una serie que se inauguró en 1998 con “El lejano país de los estanques”, novela que propicia el bautismo de fuego de los personajes que inauguran la saga, la pareja de la Guardia Civil de los entonces bisoños sargento Rubén Belvilacqua y agente Virginia Chamorro. Los seguidores de estos insólitos personajes tenemos que esperar a veces varios años hasta que se publica otra novela de la serie, ya que el autor no se dedica de forma exclusiva a estos personajes, sino que publica otras novelas, ensayos, escribe columnas periodísticas en diversos diarios, etc., además de participar como jurado en diversos certámenes de novela, entre ellos el Nadal, y a partir de ahora supongo que del Planeta. Unos personajes que han ido transitando y madurando a través de “El lejano país de los estanques” (1998), “El alquimista impaciente” (Premio Nadal del 2000), “La niebla y la doncella” (2002), “Nadie vale más que otro” (2004, en realidad un libro de cuatro relatos), “La reina sin espejo” (2007) y “La estrategia del agua” (2010), en la que Vila y Chamorro son ascendidos respectivamente a brigada y sargento.


Una novela, por tanto, más que recomendable, tanto para los seguidores de la saga como para los que no han tenido todavía la oportunidad de leer ninguna de las anteriores, ya que se puede leer de forma independiente.

Como ya dije antes, espero que este premio signifique un antes y un después para un género que describe como ningún otro la realidad social, un género que seguramente y debido a la situación que vivimos, hará proliferar lectores y escritores. De lo que no me cabe ninguna duda, es que el premio consolida y consagra definitivamente a uno de los mejores escritores con los que contamos en el panorama nacional que para mí ya lo era antes de los galardones, que sí que son útiles a la hora de dar a conocer a un escritor al gran público.



Obras del autor:

Novelas:

Noviembre sin violetas (1995, ediciones Libertarias; 2000, Destino)
La sustancia interior (1996, Huerga & Fierro; 1999, Destino)
La flaqueza del bolchevique (1997, Destino). Finalista del Premio Nadal.
El lejano país de los estanques (1998, Destino). Premio El Ojo Crítico. 1ª parte de la serie Bevilacqua
El ángel oculto (1999, Destino)
El urinario (1999, Pre-Textos; 2007, Destino)
El alquimista impaciente (2000, Destino). Premio Nadal. 2ª parte de la serie Bevilacqua
El nombre de los nuestros (2001, Destino)
La isla del fin de la suerte (2001, Círculo de Lectores)
La niebla y la doncella (2002, Destino). 3ª parte de la serie Bevilacqua
Carta blanca (2004, Espasa). Premio Primavera de Novela
Nadie vale más que otro. Cuatro asuntos de Bevilacqua (2004, Destino). Libro de 4 relatos. 4ª parte de la serie Bevilacqua
La reina sin espejo (2005, Destino). 5ª parte de la serie Bevilacqua
Muerte en el "reality show" (2007, Rey Lear)
El blog del inquisidor (2008, Destino)
La estrategia del agua (2010, Destino). 6ª parte de la serie Bevilacqua
Niños feroces (2011, Destino)
La marca del meridiano (2012, Planeta). Premio Planeta. 7ª parte de la serie Bevilacqua

Libros de relatos:

El déspota adolescente (2003, Destino)

No ficción:

Viajes escritos y escritos viajeros (2000, Anaya)
Del Rif al Yebala. Viaje al sueño y la pesadilla de Marruecos (2001, Destino)
Líneas de sombra. Historias de criminales y policías (2005, Destino)
En tierra extraña, en tierra propia. Anotaciones de viaje (2006, La esfera de los libros)
Y al final, la guerra. La aventura de los soldados españoles en Irak (2006, La esfera de los libros, coescrito junto a Luis Miguel Francisco)
El Derecho en la obra de Kafka (2008, Rey Lear)
La flaqueza del bolchevique (2008, Lagartos de Cine, coescrito junto a Manuel Martín Cuenca). Guion cinematográfico y otros textos.
Sereno en el peligro. La aventura histórica de la Guardia Civil (2010, Algaba-Edaf)
Los trabajos y los días (2012, Libros.com - obra editada a través de crowdfunding)

Narrativa infantil y juvenil:

Algún día, cuando pueda llevarte a Varsovia (1997, Anaya)
El cazador del desierto (1998, Anaya)
La lluvia de París (2000, Anaya)
Laura y el corazón de las cosas (2002, Destino)
Los amores lunáticos (2002, Anaya)
Pablo y los malos (2006, Destino, coescrito junto a Violeta Monreal)
La isla del tesoro (de R. L. Stevenson) (2007, Edaf, adaptación)
Mi primer libro sobre Albéniz (2008, Anaya)
Albéniz, el pianista aventurero (2008, Anaya)
El videojuego al revés (2009, Anaya)

viernes, 23 de noviembre de 2012

Cerdos y gallinas, de Carlos Quílez, por Paco Gómez

             
La primera y única vez que vi a Carlos Quílez fue en una mesa redonda celebrada en la Fundación Julián Besteiro, en Madrid. La mesa llevaba el sugerente título de “Límites y contaminación entre la realidad y la ficción. ¿Periodista de día y novelista de noche?”. Moderada por el librero arquetípico Paco Camarasa, hablaron por este orden, Juan Madrid, Rafael Reig y Carlos Quílez, exponiendo sus particulares puntos de vista sobre el oficio de periodista. Y los tres coincidieron en manifestar las dificultades de los profesionales libres en los medios de comunicación, controlados cada vez más por intereses políticos y empresariales, cada vez más siniestramente fusionados. Luego vino el turno de preguntas y yo expuse que, lógicamente, no todos los novelistas son periodistas, pero que cada vez son más los que cambian el oficio de la columna, la crónica o el reportaje por la novela. Ante mi pregunta de que si la novela era el último territorio de la libertad de expresión del periodista la respuesta fue contundente: “”. Después silencio. “Es que no te podemos decir más –decía Carlos Quílez-, es que lo has clavao”.

             
El maestro Juan Madrid, reciente ganador del premio de novela Fernando Quiñones, se levantó de la mesa y me propuso echar un cigarro fuera. Nos acompañó Rafael Reig, al que habían cesado hacía poco del diario público. Nos estuvo contando los motivos, que me reservo por la privacidad de la confidencia, pero ya podéis imaginar. Él era en esos momentos el vivo ejemplo de la falta de libertad de prensa en los medios. Perdimos un columnista político excepcional, pero ganamos un columnista cultural de lujo que desde entonces escribe en el suplemento cultural de ABC. Pero también él, como Carlos Quílez, cada vez más ha dirigido sus pasos hacia la novela, ganando incluso el prestigioso premio Tusquets.

             
“Cerdos y gallinas” (Editorial Alrevés) nos habla de corrupción política, periodística y policial de forma cruda, una novela muy acorde con los tiempos, y Carlos Quílez se explaya a fondo. Utiliza el terreno de la ficción para llevarnos hasta las mismísimas cloacas de la sociedad haciendo estremecer al lector, y eso que todo ciudadano bien informado sabe que la realidad supera a la ficción con creces. Para ello utiliza como hilo conductor a la personaje protagonista, la periodista Patricia Bucana, que ya utilizó en su novela “La soledad de Patricia” (Premio Crims de tinta 2009). Patricia se mueve entre confidentes que dominan los bajos fondos, y también obtiene información de la Guardia Civil, Policía Nacional y Mossos d’esquadra, no tan bien avenidos como nos quieren hacer ver desde las administraciones públicas. La trama comienza con la desaparición de un alijo de droga y termina con el caso de corrupción de un político aspirante a President de la Generalitat. Entre medias, los hechos se van sucediendo de forma vertiginosa, sucesos aislados que vistos desde una perspectiva global, forman una tela de araña difícil de desentrañar que solo la frialdad y la sagacidad de la periodista conseguirán esclarecer.
            Carlos Quílez nos muestra un mundo cerrado, con su propia jerga, con sus propias reglas, en el que la frontera de lo legal y lo ilegal se entrecruzan en multitud de ocasiones. Jueces y policías corruptos se dan la mano con directores de periódicos cuya moralidad es más que dudosa, en clara complicidad con políticos que, más que servir a la ciudadanía, se sirven a ellos mismos. Y lo hace con un estilo directo, como si escribiera a navajazos, con unos diálogos que por momentos ponen los pelos de punta, metiéndonos en los entresijos de la delincuencia merced a una gran labor de documentación en la que seguramente ha jugado un papel transcendental su puesto de director de Análisis de la oficina Antifraude y Contra la Corrupción de Catalunya.
            Una novela negra, negrísima, altamente recomendable y, como decía antes, muy actual en donde el sistema es atacado desde dentro y desde fuera. Un caso, resuelto por la integridad de Patricia y de unos funcionarios que en más de un caso han de enfrentarse a compañeros y superiores jugándose algo más que su propio trabajo.
 

            Comentar una vez más el acierto de Alrevés, que ha conseguido aglutinar a un grupo de escritores que tienen mucho que decirnos a través de su narrativa. Es difícil equivocarte si eliges una novela al azar de esta editorial y a las pruebas me remito: (Julián Ibáñez, Andreu Martín, Luis Gutiérrez Maluenda, Susana Hernández, Jordi Ledesma, Gonzalo Garrido, Víctor del Árbol, etc., y ahora Carlos Quílez).

Carlos Quílez Lázaro (Barcelona 1966), licenciado en Periodismo por la Universidad de Barcelona, máster en Periodismo Judicial por la Universidad Autónoma de Madrid, es director de Análisis de la oficina Antifraude y Contra la Corrupción de Catalunya, y autor de las siguientes novelas y relatos de no ficción: Atracadores, Asalto a la Virreina (junto a Andreu Martín), Psicópata, Piel de policía (también junto a Andreu Martín), Mala vida (ganador del premio Rodolfo Walsh de la Semana Negra de Gijón, 2009), y La soledad de Patricia (premio Crims de Tinta, 2009).

sábado, 3 de noviembre de 2012

Sorteo de mi novela "Al otro lado"


¿Quieres conseguir mi novela "Al otro lado" gratis? Pues este es tu sorteo.

Bases:

1. Compra mi novela en Estudio en Escarlata (91 543 0534) o en la librería de Cecilia (913 730 653) y especifica que te la manden dedicada. Mi dedicación con mi firma, será como tu recibo de participación en el sorteo.

2. Me envías un e-mail a sorteoalotrolado@yahoo.es, especificando en el asunto: sorteo. En el cuerpo del mensaje me pones en dónde lo has encargado y lo que te apetezca.

3. El premio: El premio consiste en 20 euros en metálico y una bandeja de jamón ibérico del Eroski de mi barrio que te enviaré donde me digas.

4. La fecha tope para participar es el 31 de diciembre.

5. No somos na...

sábado, 20 de octubre de 2012

Al otro lado, por Paco Gómez




Cuando me planteé escribir esta novela, pensé en algunos temas que me habían marcado como lector: las órdenes de caballería, las órdenes herméticas europeas (Golden Down, órdenes de rito masónico, etc.) y en las otras realidades que plantean los chamanes desde Sudamérica a la estepa rusa, pasando por África, Oceanía y sin pasar por alto la propia tradición druídica europea. Desde que era un joven apasionado y soñador, quizá prematuramente desilusionado por la realidad que me rodeaba, me llamaron la atención filosofías que promulgaban otras dimensiones más elevadas a las que todos podríamos tener acceso, siempre que fuera a través de la experimentación, no de la fe. Por eso nunca fui muy religioso, porque eso de creer en lo que dicen unos y otros por el artículo treinta y tres no va conmigo. A pesar de todo, en mis novelas siempre salen curas, obispos y en esta última hasta el Papa, la ignorancia es muy atrevida.

  
Yo no me inicié en la lectura con el Quijote ni con los clásicos, me aburrían someramente. Mi padre fue toda la vida un obrero y mi madre una ama de casa. Lo que quiere decir que en mi casa no había estanterías de caoba repletas de libros. En mi calle había charcos y barro en invierno, y tierra reseca en verano. Pero había biblioteca, en la que te podías refugiar cuando hacía frío o calor. Así que un día llegó a mis manos un tomo de cuentos de Poe. Más tarde vinieron Castaneda y Lobsang Rampa. Después Michael Ende y King.

  
Por eso, tanto en mi novela “El círculo alquímico” como en la nueva, “Al otro lado”, publicados ambos por la editorial Ledoria, hay mucho de esos mundos que yo me imaginaba de joven, mundos que trascienden la realidad ordinaria para enseñarnos lo que no se puede percibir en el estado de vigilia. “Al otro lado” nos describe el relevo generacional de un grupo que maneja todos estos conceptos. He fusionado chamanismo con tradición hermética europea, escribiendo algo que yo pienso que nadie había escrito todavía, siempre en el terreno de la ficción. Hay pasajes históricos, pero no quería escribir una novela histórica, sino actual. Por eso la trama empieza con una periodista que quiere escribir una novela sobre su abuelo, que murió en un campo de prisioneros francés al término de la Guerra Civil. Para ello, Carmen concierta una entrevista con un anciano que también estuvo en el campo de Vernet y que dice 
haber conocido a su abuelo. Pero el anciano no es en realidad quien dice ser y deja impresionada a la periodista con un tema que no voy a desvelar por no destrozar la trama ante los lectores y que será el que escoja la periodista para escribir su novela. Pronto se dará cuenta de que la novela es un ardid del anciano para atraerla a una misteriosa casa de Serrano que es una de las sedes de la organización cuyo maestrazgo ostenta él mismo. Carmen y su amigo Juan Carlos, historiador que le ayudará en la documentación, pronto descubrirán que en la casa no están solo ellos, sino un grupo cuyos componentes, de la más variada procedencia, serán compañeros suyos en la andadura de relevar al antiguo grupo en la organización.

  
La trama está centrada en Madrid, pero también en Burgos, en el condado de Cork (Irlanda), Roma y Asturias, ya que siempre hago viajar a mis personajes, física y espiritualmente. De todas formas, no es una novela que se adentre en profundidades filosóficas. Mi intención siempre es la de entretener al lector con una historia que se pueda leer en casa, en el Metro o en la consulta del médico. Y si lo consigo con esta nueva novela, si consigo una sonrisa en un lector o un mensaje de agradecimiento por haberla escrito, mi misión estará cumplida.


Unas pinceladas biográficas:

Tengo 46 años, así que ya he visto unas cuantas cosas. Desde hace veinte imparto clases de Electrónica y Electricidad en un instituto público. Hace relativamente poco empecé a escribir novelas. También escribo relatos, poemas y canciones. Además toco la guitarra, la batería y canto. Actualmente toco en diversos garitos (donde me dejan) con Rock & Books (con los compañeros escritores Pedro de Paz y Javier Márquez).
En 2010, la Editorial Ledoria publica mi primera novela, "El círculo alquímico". Esta misma editorial sigue confiando en mí, y este mes de octubre de 2012 quedará en mi recuerdo por la publicación de mi segunda novela, "Al otro lado". Ambos son una fusión de géneros, aunque han sido clasificados como thrillers esotéricos. He ganado premios de novela corta y poesía y he sido finalista en muchos. Hay relatos y poemas míos en una buena cantidad de antologías. Pero no os fiéis de los premios. Yo hace tiempo que he dejado de participar en ellos. Leed mis novelas y, si os entretienen, yo me doy con un canto en los dientes.
Me lo paso bien escribiendo, así que amenazo con seguir haciéndolo. Desde mi punto de vista no hay nada comparable con la música y la literatura. Lo jodido es que nunca dejas de aprender, que mola, no digo que no. Pero a veces también es una jodienda por el esfuerzo que implica. No vivo de la música ni de mis libros. Hacerlo es jodidamente complicado. ¿Que si me gustaría? Sería el tipo más feliz del mundo.