La estancia se inunda de fragancias,
de tu indeleble presencia,
y de recuerdos perdidos
que evocan tu ausencia.
Silueteo en el aire
canciones de tonada muerta,
que retrotraen mis delirios
a pasados de dulce esencia.
Me muero, lloro y sonrío,
en laberintos callados,
en difuntas ideas,
de tormentos alejados.
Miro la noche sin luna
que invade mi ventana,
me lleno de oscuridad,
y mis fantasmas me llaman.
Evoco momentos perdidos,
que viajan en lejanos trenes,
ya inalcanzables, silentes,
ignorados en tristes andenes.
Tus fragancias desaparecen,
se van igual que vienen,
me provocan el vacío,
de pesadillas durmientes.
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