Soy ave que vuela bajo,
siento la gelidez de tu aliento,
mientras mi corazón se oxida
y mi alma se nubla,
y muero,
muero por una sonrisa,
destapo miradas impías,
observo luces apagadas,
de la senda del olvido,
que recorro ausente,
salvando obstáculos,
superando odios,
con mi espíritu baldío,
en calles de sombras.
Soy ave que vuela bajo,
para perder el silencio
de voces vacías,
de voces malditas,
de sonoros cantos malditos,
que corean letanías muertas,
en panales de miseria,
en marquesinas dormidas,
que generan pesadillas
y prolongan sufrimientos
de ideas marchitas,
con flores negras
de pétalos de sangre
inyectados de malicia.
Soy ave que vuela bajo,
oteando tus perfumes,
buscándote entre corduras
que se tornan en locura,
raseo el suelo siguiendo
rastros de melancolía,
de gente absorta,
de soledades fingidas
y sonrisas falsas,
palabras encadenadas
que fluyen sin sentido,
que me marean,
que se tornan en discursos vacíos
que cercenan mi memoria.
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