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sábado, 16 de octubre de 2010

Presentación en Madrid de “Sereno en el peligro. La aventura histórica de la Guardia Civil", de Lorenzo Silva, por Paco Gómez

Llegué al Círculo de Bellas Artes quince minutos antes del evento, lo justo para echar un cigarro en la puerta, ver el despliegue policial y de seguridad y reconocer a un elegantemente ataviado con traje y corbata Lorenzo Silva. Me saludó, le hice alusión al atuendo y me dijo que la situación lo merecía. Si bien es cierto que no es extraño ver a alguna autoridad, sobre todo relacionada con el mundo cultural, presentando un libro, es casi insólito que lo haga un ministro, en este caso todo un primer espada del PSOE, un hombre procedente del ámbito de la docencia con aire de erudito y con una mirada que denota una inteligencia superior a la media. Un superviviente político que ha trabajado en muchísimas áreas gubernamentales, actual ministro de Interior y responsable último de la Guardia Civil, tema central del último libro de Lorenzo, “Sereno en el peligro. La aventura histórica de la Guardia Civil”, publicado por la Editorial Edaf y ganadora del “VIII Premio Algaba de Biografía, Autobiografía, Memorias e Investigaciones Históricas”.

Flanqueados por el editor y el representante de Ámbito Cultural de El Corte Inglés, patrocinador del premio, se situaban Andrés Trapiello y Lorenzo Silva que, a la vez, flanqueaban a Alfredo Pérez Rubalcaba, al que cedieron la presidencia de la mesa. A Trapiello se le concedió el honor, según sus propias palabras, de presentar el libro y al autor, a quien ya había presentado otro libro hace ya años, el primero de Belvilacqua y Chamorro, agentes de la Benemérita que protagonizan una de las sagas más famosas y entrañables de la Novela Negra española. Y de género negro parecía la puesta en escena, como ya he comentado, que bien podría ser el empiece de una novela, dado el despliegue de escoltas y policías secretas, a nada que un escritor de los que allí había presentes le echara un poco de imaginación.

Andrés Trapiello comenzó su disertación alabando al autor y a la obra, como procede hacer en estos actos. Tildó a la Historia de España de bárbara, como sabe cualquiera que haya buceado, aunque sea de forma somera, en la misma. Y dibujó alCuerpo benemérito en su faceta histórica desde su creación por el Duque de Ahumada en 1844 como una institución con sus luces y sus sombras. Un Cuerpo del que siempre es difícil hablar porque precisamente persisten en la memoria colectiva con mucha más intensidad las sombras que las luces, puestas de manifiesto en más de una ocasión por escrito no sólo en informes y en documentos sino en creaciones literarias como las de García Lorca. Un Cuerpo que, si bien nace desde el poder en sustitución de la extinta Santa Hermandad, se nutre desde el principio del pueblo, ya que la tropa está históricamente integrada por ciudadanos humildes, otra cosa son los mandos. Un Cuerpo denostado por las iniquidades cometidas por un, sin embargo, reducido porcentaje de sus números, que se integraron en el alzamiento del 36 e impartieron injusticia donde deberían haber impuesto justicia.

Andrés elogió el trabajo de Lorenzo en la composición de la obra y al editor por la elegancia y el esfuerzo en la consecución del producto final, es decir, el propio libro, distribuido ya en las librerías y al que sólo le faltan unas tapas duras para ser una edición de lujo, lo que repercute en el precio, que todo hay que decirlo.

Lorenzo Silva agradeció al ministro su presencia y a la Guardia Civil la colaboración en la elaboración no sólo de este libro, sino en las demás novelas de Vila y Chamorro. Explicó que llegó al cuerpo como novelista, solicitando una colaboración que se ha ido incrementando según salían al mercado las novelas, ya que él es el primer novelista que crea unos personajes que investigan homicidios y que son guardias civiles (y que yo sepa el único), y eso se agradece desde la institución. Refrendó los comentarios de Trapiello en cuanto a que hablar del Cuerpo genera suspicacias. Valga la anécdota que le ocurrió en Buenos Aires al presentar una de las mencionadas novelas en la que un periodista argentino le dijo que si no le daba vergüenza escribir de la Guardia Civil, con lo que habían hecho en España. Lorenzo sabe de los desmanes de la Guardia Civil en nuestra vergonzosa guerra pero le dijo algo que pocos saben y que otros prefieren no saber: que de los nueve generales que tenía el Cuerpo en el 36 sólo uno se unió al alzamiento, permaneciendo el grueso de la Benemérita leal a la República.

El ministro será lo que sea y en los tiempos que corren provoca más antipatías que simpatías, al igual que el resto del gabinete zapateril. Pero lo que está claro es que es muy longevo en esto de la política. Esto, unido a su condición de docente y a su faceta de hombre culto e inteligente, hizo que no desentonara en absoluto en su intervención situado como estaba entre dos monstruos de las Letras como son Silva y Trapiello. Alabó al autor, del que se declaró lector incondicional. Y por supuesto, le agradeció la temática de su último libro. Coincidió con sus interlocutores en que hablar del Cuerpo no es fácil por lo ya indicado. Además, al haber hecho un libro con una mirada limpia, mencionando lo bueno y lo malo, es fácil que el escritor pueda ganarse antipatías de unos y de otros, aunque no creo que a estas alturas al bueno de Lorenzo vayan ahora a denostarle en la Benemérita.

El acto terminó con una tertulia improvisada de los protagonistas en el escenario. Y los asistentes acudimos al ágape en el vestíbulo contiguo a la sala. Como era una presentación con ministro, hay que decir que pudimos degustar buenos pinchos acompañados de refrescos, cervezas y buenos vinos, que hicieron más agradables las innumerables tertulias que se formaron por allí entre lectores, escritores (algunos consagrados y otros en ciernes), editores y animadores culturales de todo pelaje e índole. En mi caso tuve el placer de charlar con Pedro de Paz, fiel merodeador al igual que yo de estos saraos literarios, que me presentó a Armando Rodera y a su chica. La conversación fue interesante, ya que tanto Armando como yo aspiramos a ser algún día juntaletras y jugar en alguna de las ligas por encima de blogs y redes sociales. También pudimos compartir minutos con la gente de Culturamas e incluso nos vimos involucrados en una amena conversación con Lorenzo Silva. Me presentaron y tuve el placer de charlar con la guapísima Julia Montejo, guionista y escritora que nos avanzó la publicación de su próxima novela con una editorial que me es muy familiar por circunstancias personales.

La cosa terminó en la calle con las habituales despedidas y un regusto literario y culinario aún en el paladar, con mis pasos encaminados hacia la puerta de Alcalá para coger el autobús que me dejaría en el barrio. Eso sí, con el libro de Lorenzo engrosando las huestes de la cola de libros que aún me quedan por leer. ¿Terminaré algún día?

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