Las alas de la inmensidad cubren mi vértigo. No puedo abarcar el infinito y eso me turba. Mi propia sensibilidad, que antaño me bendecía, hoy me daña exenta de piedad. Debo resignarme a vivir con más recuerdos de los que puedo rescatar de mi mermada memoria. Debo caminar, aun cuando el cansancio me acecha. Sueño con los jardines de un lejano hotel con aromas de Literatura.
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