Cuando a la prensa le da por algo, bombardean al ciudadano con la misma noticia días y días. Ahora toca los trajes del señor Camps. No hay día en que este hombre no esté en los periódicos, en las radios y en las televisiones. Hay más noticias, sí, pero ésta se repite de forma recurrente, no sé si por intereses oscuros o por la persistencia de los medios. ¿Se acuerdan ustedes de cuando un día sí y otro también siempre había un perro que mordía a alguien? ¿Qué pasa, que los perros ya no muerden? Yo creo que sí, pero ya no es noticia. Como no es primera plana la Guerra de Irak, o la de Afganistán. “Esto ya está muy visto”, deben pensar. Lo de los trajes del señor Camps, como cualquier noticia insistente, se irá extinguiendo como se extinguen los pensamientos, y habrá otra noticia que tomará el relevo y que nos meterán hasta en la sopa.
Como todo en esta vida, los medios se mueven por negocio. Y una noticia fresca, vende más periódicos y sube las audiencias de los audiovisuales. Cuanto más dramática sea, mejor, ahí sí que no tienen la culpa los medios, me refiero a que los ciudadanos seamos tan morbosos. Parece que nos regocijamos con las desgracias ajenas. Es como si necesitáramos saber lo mal que les va a los demás para afianzarnos y pensar lo bien que nos va a nosotros, ahí es donde los medios encuentran el filón, ahí es donde nos la cuelan, esto es lo que sirve para vender. Y no critico a los medios, ojo. Gracias a este tipo de noticias, que son las que financian a los medios, éstos nos ofrecen otras noticias, reportajes, etc., que sí tienen calidad y que merecen ser leídos. Si no fuera por esto, un periódico no valdría 1 euro y las radios y las televisiones no serían gratis. No hay mal que por bien no venga. Lo que no quita que la sociedad está un tanto enferma, ¿o no?
Pero bueno, allá cada cual, que ya somos todos mayorcitos. Que aunque nos hayan educado para ser príncipes, luego somos fontaneros, maestros, electricistas o abogados. Y esto, pues quema a muchos. Y el bálsamo, es el morbo, bien sean los trajes del señor Camps o los mordiscos de los pitbulls.
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