A los que me queréis.
A los que buscáis mi sonrisa.
A los que no podéis verme triste.
A los que buscáis mis palabras.
Gracias por estar ahí.
Gracias por esos momentos que me dais,
por vuestra dedicación,
por vuestro esmero,
gracias por ser luceros en la melancolía,
por ser luz viva en la desesperación,
gracias por regresar a mi vida,
a cada minuto de ausencia.
A los que me queréis,
en cada flor de vida,
y en cada vuelo a ras del subsuelo,
gracias por los pasos,
por abrir puertas,
gracias por darme espejos de amistad,
por no ser naves a la deriva,
por ser abrigo en el mar de la soledad.
Gracias por buscarme,
por encontrarme.
Gracias a los que me queréis,
en el camino lleno de grietas,
en los nudos de la vejez,
en el aliento de la hoja que cae,
en el vuelo del Regina.
Gracias por la natividad del resplandor,
que cierra mi vista,
que hace que no exista el tiempo,
gracias por coger el tren,
que pasa sin sueños,
cargado de realidades,
en la Avenida 414.
A los que buscáis mi sonrisa.
A los que no podéis verme triste.
A los que buscáis mis palabras.
Gracias por estar ahí.
Gracias por esos momentos que me dais,
por vuestra dedicación,
por vuestro esmero,
gracias por ser luceros en la melancolía,
por ser luz viva en la desesperación,
gracias por regresar a mi vida,
a cada minuto de ausencia.
A los que me queréis,
en cada flor de vida,
y en cada vuelo a ras del subsuelo,
gracias por los pasos,
por abrir puertas,
gracias por darme espejos de amistad,
por no ser naves a la deriva,
por ser abrigo en el mar de la soledad.
Gracias por buscarme,
por encontrarme.
Gracias a los que me queréis,
en el camino lleno de grietas,
en los nudos de la vejez,
en el aliento de la hoja que cae,
en el vuelo del Regina.
Gracias por la natividad del resplandor,
que cierra mi vista,
que hace que no exista el tiempo,
gracias por coger el tren,
que pasa sin sueños,
cargado de realidades,
en la Avenida 414.
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