Las hojas revolotean en la noche creando una atmósfera del todo inhóspita. No obstante, no puedo resistirme a acercarme a mi banco del parque para comprobar que una vez más no hay estrellas. La luna está en cuarto menguante, como mis neuronas. Enciendo un cigarrillo entre los sonidos nocturnos. A mi lado, la soledad me recrimina que fume tanto, pero no logra molestarme. Debe ser porque fui yo quien la eligió a ella y no al contrario, aunque creo que se ha acostumbrado a mí, al fin y al cabo la molesto poco, por no decir nada. Reflexiono hasta llegar a ninguna parte y rememoro episodios pasados que no quiero repetir. Creo saber lo que hago, me engaño. En realidad no sé nada de la vida ni de mí mismo.
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martes, 23 de agosto de 2011
Mi banco del parque (11), por Paco Gómez
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