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viernes, 26 de agosto de 2011
Mi banco del parque (13), por Paco Gómez
Esta noche está lloviendo en el parque. Hay relámpagos y los delicados sonidos de los truenos penetran por mis oídos y caen a plomo sobre mi alma. Los grillos no cantan y el ulular de la lechuza ha desaparecido. Logro encender un cigarrillo a duras penas mientras mi ropa y mi espíritu se empapan. Tengo fijación con este banco, de otra forma, si me quedara un gramo de sensatez, esta noche estaría en casa. Ni siquiera la soledad se ha quedado hoy conmigo. Me da que no entiende las excentricidades de esta alma atormentada que me ha tocado soportar. Pienso en episodios futuros que nunca ocurrirán mientras la lluvia cae de forma repetitiva y barre los malos pensamientos. Me parece escuchar el canto de una mujer que no existe e instintivamente miro a la izquierda porque echo de menos a la soledad, pero ella definitivamente no está. No conozco la canción, de hecho prefiero a Eric Clapton, pero claro, no hay mujeres que canturreen Layla. Me ajusto el sombrero en un acto inútil. Me alejo empapado bajo la luz amarilla de las oxidadas farolas. Ese canto no cesa.
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