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lunes, 29 de agosto de 2011
Mi banco del parque (16), por Paco Gómez
La noche desprende una solemnidad que casi me asusta. Con más respeto que otras veces me acomodo en mi banco del parque y enciendo un cigarrillo. Exhalo el humo que se expande de forma aleatoria mientras mis pensamientos se funden con imágenes sin sentido. La soledad, cual escudero fiel, se sienta a mi izquierda como cada noche y permanece en silencio. La luna ha cambiado a cuarto menguante y los grillos están mudos. La tristeza se agarra a los recovecos de mi atormentado espíritu como si en ello le fuera la vida. Recuerdo unos versos que escribí hace unas horas e intento verles un sentido que no tienen. Los renglones torcidos de mi vida están lejos de enderezarse. Me es indiferente. Por mucho que me empeñe nada va a cambiar. Malditas las ganas que tengo de realizar esos jodidos cambios que no me servirían para nada. Malditos los factores de la vida que no pueden ser controlados. Maldita la noche.
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