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viernes, 18 de septiembre de 2009

Educación, de Paco Gómez

Los sueldos de los profesores no son para tirar cohetes que digamos. Cualquier licenciado del grupo A que trabaje para la Administración cobra más. Y ser cargo directivo no es mucho más rentable, doscientos y pico euros de diferencia, salvo el Director, que cobra unos seiscientos euros más. Pero si le pasa algo a un niño se la carga, así que no sé yo hasta qué punto merece la pena. Por eso el otro día, mientras veía el telediario y escuchaba hablar a Esperanza Aguirre casi me atraganto. Resulta que quiere subir los sueldos de los jefes de estudios y secretarios. Y además, quiere convertir a los profesores en autoridad pública. No es habitual que los políticos tomen este tipo de medidas, por lo que no pude hacer otra cosa que emocionarme.

La Educación no está bien. Lo sabemos todos y se ve reflejado en el enésimo informe de la OCDE que sitúa a España en la cola de Europa. Las razones son variadas. En este país, con el advenimiento de la democracia, se quiso cambiar todo. En algunos sectores, falta hacía. Pero el cambio en Educación ha sido nefasto. Por una parte, los profesores quisieron romper el molde arquetípico del profesor de la Dictadura, autoritario y torturador, en muchos de los casos, y quisieron ser amigos de sus alumnos. Primer error, el profesor debe ser comunicador de conocimientos. Los niños son personas que todavía no tienen la suficiente madurez como para estar en un aula sin que nadie les imponga un mínimo de disciplina.

Por otra parte, los nuevos papás, aprovechando los beneficios de un mayor poder adquisitivo, empezaron a educar a sus hijos para príncipes. Eran incapaces de negarles cualquier cosa, creando egos como catedrales en criaturas que, más tarde, se darán de bruces con la realidad. Segundo error, el padre no puede ser amigo y dador sin fin de caprichos de su hijo. Debe enseñar y educar, no consentir y consentir.

Por otro lado, al Sistema parece que le dio un ataque de progresismo y dijo “todo el mundo tiene que estudiar”. Además incrementó la obligatoria en dos años y llevó a niños con 12 al instituto. Tercer error, no todo el mundo vale para estudiar. Y es un despropósito llevar a los críos al instituto a tan temprana edad. Los malos estudiantes, que a esa edad se plantan y dicen que no estudian más, se encuentran a los 12 en un instituto como en una especie de secuestro estatal y lo que les queda por delante son cuatro años en los que van a perder el tiempo, se lo van a hacer perder a sus compañeros y también a sus profesores y a sus padres.

¿Por qué obligar a estudiar a un crío que, se ponga como se ponga el profesor, no va a hacer ni el huevo? Pues, no lo sé, pero el Estado se empeña. Hay aulas de la E.S.O. en la que la situación es la siguiente: hay 10 niños que quieren estudiar y que no pueden, porque hay otros 15 críos que no sacan ni la libreta y que estarán las seis horas dando la tabarra haciendo perder el tiempo a sus compañeros y al profesor. ¿Es que esto no lo ve el Gobierno? El resultado es que los niños salen con infinitamente menos nivel que el que salíamos nosotros en octavo de E.G.B. con dos años menos de estudios. Y no comparemos a los jóvenes que terminan el Bachillerato L.O.E. con los que terminaban C.O.U. antaño. La diferencia es abismal. Y por muchas reformas que hagan, esto no se arregla, porque no se ataja el mal de raíz.

No ha hecho nada más que empezar el curso y ya un anormal ha agredido a una Directora en Madrid y ha amenazado de muerte al Jefe de Estudios. Y todo porque su niño correteaba por el comedor y le llamaron la atención. El cavernícola ha salido en libertad con cargos y una orden de alejamiento del Centro. Los padres se creen con autoridad moral para ir a dar gritos al Instituto y si se tercia liarse a mamporros con un profesor o un cargo directivo. Esperemos que esto se arregle con la concesión del estatus de autoridad pública a los profesores. Y el tío que agreda, a la cárcel, a ver si flipa un poco él y su familia y se dan cuenta de que esto no es jauja.

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