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sábado, 11 de septiembre de 2010

La esclavitud de las ideologías, de Paco Gómez

La Vanguardia. Pulsa aquí.

Llegado a este punto de mi vida, no sé si aconsejado por la edad o por los avatares de la propia vida, he de decir que respeto a las personas que tienen una ideología, pero no me gustan. Yo intento apelar a mi criterio, basado, o eso creo yo, en el sentido común. Y me puedo equivocar como el primero, pero al menos no estoy sujeto al corsé de ninguna ideología. No son pocas las veces que he acabado discutiendo con algún amigo o conocido sólo por plantear mis ideas. Empiezo a estar cansado de que los de izquierdas me tomen por facha y de que los de derechas me tomen por rojo sólo porque no me ciño claramente a unas ideas u a otras. Y me da pena, porque esto me ha hecho perder esa fluidez derivada de la empatía que sentía por algunas personas.

Las ideologías esclavizan los pensamientos de quienes las profesan. Y cuando la gente se cree más libre es cuando más influenciada está, llegando incluso al fanatismo, que tantos conflictos e incluso guerras han causado y siguen propiciando. Quizá por eso cada vez estoy más a solas conmigo mismo y tiendo más a no expresar lo que estoy pensando por miedo a causar desavenencias en las que uno acaba agotado mentalmente y sin energía. A veces doy la batalla por perdida antes de empezarla porque he llegado a la conclusión de que contrastar ideas con los apologetas de una u otra ideología es perder el tiempo.

Empieza a ser raro encontrarte con alguien con quien poder conversar y que esté libre de escrúpulos a la hora de opinar y de hacer análisis libres sin miedo al qué dirán. Los ideólogos de unas u otras tendencias suelen catalogar a estas personas de “frikis”, palabreja que no me gusta un pelo y que además sirve a la vez para encasillarte, y no me gustan las clasificaciones.

Hasta ahora he hablado de personas pero esto es también aplicable a colectivos. No hay nada más que echar un vistazo a los medios de comunicación para observar que unos y otros tienden a una determinada ideología y tratan las noticias de forma que si las lees en uno u otro periódico sacas conclusiones diferentes. A veces, incluso, hay noticias que se obvian en unos y que, sin embargo, se les da una inusitada trascendencia en otros.

Las ideologías, lejos de propiciar la libertad que creen tener quienes las poseen, es la mayor de las esclavitudes de pensamiento con las que habitualmente nos topamos, para desgracia de los que nos gusta ser verdaderamente libres.

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