Poemario NO TARDES EN VOLVER A LA CRISTALERA DEL TIEMPO, de Virtudes Reza. EDITORIAL LEDORIA

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viernes, 11 de noviembre de 2011

Mi banco del parque (50), por Paco Gómez

La luz de la luna ha desaparecido del mapa estelar. Los animales hacen notar su huida por la ausencia de sus cantos. No hay sombras ni espectros. Hasta la soledad ha faltado hoy a su cita conmigo. Enciendo un cigarrillo en el más absoluto de los silencios envuelto en una negrura fatigosa. Reflexiono acerca del poderoso influjo de la luna en las criaturas de la noche y en cómo su falta hace que todo parezca muerto. Me entran unas ganas incontenibles de huir, de echar a correr desertando de mí mismo, pero no sé elegir un camino de evasión. Permanezco sentado, sintiendo un miedo aterrador. A mi lado se ha sentado alguien. No es la soledad. Es alguien que permanece embozado de la cabeza a los pies que no ha tenido la deferencia amable del saludo. La tristeza, la melancolía y los demás sentimientos yermos que normalmente me acompañan se han mudado momentáneamente a algún lugar distante. La presencia me desconcierta y empiezo a experimentar un terror creciente que se convierte en pánico. Permanezco quieto y no me atrevo ni a fumar. El cigarrillo se consume lentamente entre mis dedos. El extraño se desenmascara y me muestra sus ojos penetrantes. Es una mujer que sin embargo ostenta mi rostro, una versión femenina de mí mismo con los ojos inyectados en sangre. Con un movimiento brusco e inesperado me echa su capa por encima y yo me debato entre la vida y la muerte, pero me aferro a unas ganas de vivir incomprensibles. Cuando por fin logro desembarazarme de la capa, observo la luna llena. La soledad está a mi lado, inmutable. El parque parece un cementerio sin tumbas, pleno de la lunar luz radiante. Las sombras y los espectros danzan mezclados con la hojarasca. Los grillos y las lechuza lanzas sus cánticos nocturnos como si les fuera la vida en ello. Todo está como siempre. Enciendo un cigarrillo y fumo tranquilo. El pánico es sustituido por la presteza de volver a sentirme vivo en mi hogar, en este banco mágico del parque.

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