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martes, 31 de agosto de 2010

Los ingredientes de un buen “best seller”, de Paco Gómez

Vaya por delante que si yo tuviera la fórmula para hacer un buen “best seller” lo haría. Estaría forrado, viviendo en Miami como Ruiz Zafón y escribiendo en el “Qué leer”, en “Babelia” o en “El cultural”. O puede que ya haya hecho ese “best seller” y se publique pronto, quién sabe.

Lo que todo el mundo que lee sabe es que hay libros cuyas ventas se cuentan por cientos de miles y que se traducen hasta al arameo. ¿Qué tienen esos libros que no tienen otros? ¿Por qué unos autores llegan y otros no? ¿Cuál es el secreto de esas editoriales que aciertan apostando por autores que, a veces son noveles, y que no se equivocan?

Hay “best sellers” que son malísimos, que están pésimamente escritos y que, aun así, son súper ventas. Ayudan mucho una buena campaña de márketing, que estén escritos por un autor conocido y, sobre todo, la ignorancia del lector, que se deja influir por la campaña de publicidad y lo compra para envolverlo en papel de regalo y endosarlo en el primer cumpleaños o, sencillamente, se hace con él para ponerlo de adorno en la estantería de casa y exhibirlo como trofeo ante sus amistades igualmente ignorantes.

Ahora bien, no todos los “best sellers” son malos, no señor. Hay autores, unos noveles y otros ya consagrados, que saben muy bien que para que una novela venda debe de tener ciertos ingredientes. Son autores que tienen talento y oficio, dos cosas muy diferentes. Que dominan la técnica de escribir y que, por tanto, son movidos a construir una novela bajo los parámetros de buena Literatura. Que saben que en una novela tienen que pasar cosas porque si no el personal se aburre. En un libro de estas características nos encontramos habitualmente con un primer capítulo espectacular que puede empezar con un asesinato, un robo, un secuestro o la aparición de un fresco en una catedral, pongamos por caso. Después de esta primera impresión que deja huella en el lector y fustiga su interés se nos suele presentar a uno o a varios personajes principales y a algunos secundarios. No es necesario presentar de golpe a estos últimos ya que deben ir apareciendo a lo largo de la novela. Se puede ir aprovechando la caracterización de los personajes y de lugares para ir presentando diversos hilos, los de la trama principal y los de las secundarias. Estos hilos se van tensando cada vez más para crear el nudo. Da igual la técnica narrativa aunque si se elige una u otra, el escritor se debe atener a las características implícitas de cada tipo de narración. Las tramas deben ir desarrollándose de forma variada y el lector debe ir adivinando los entresijos de las mencionadas tramas a través de diálogos, de hechos narrados por personajes e incluso se puede dar información porque aparezca, por ejemplo, un diario, unas cartas o una grabación o unas fotografías. Lo que está claro es que el desarrollo debe ser entretenido y variado, con protagonistas y antagonistas coherentes. Y la resolución de todas las tramas, las principales y las secundarias, deben caminar con ritmo hacia un desenlace espectacular en donde la resolución de los conflictos sea una fiesta para el lector.

Los detractores de los “best sellers” suelen ser críticos y escritores sesudos ceñidos a clichés absurdos que, generalmente, han tenido más de un fracaso editorial. Y que en muchos casos, han escrito novelas cuyo estilo es irreprochable, ya que suelen ser filólogos o catedráticos, pero en las que no pasaba nada. Y la mayoría de ellas sólo eran reflexiones paridas como resultado de una paja mental, eso sí, muy intelectual, quizá demasiado.

Por supuesto que ayuda escribir una novela en función de las modas y a veces, la aparición de un buen detective o de un vampiro guapísimo e incluso la aparición de un manuscrito que cambiará los destinos del hombre o el asesinato de un monje en un convento, pues claro que ayudan. Las editoriales lo saben y no son pocos los “best sellers” de encargo, cuyos guiones salen de la mente privilegiada de algún editor inteligente que encarga la novela a un escritor o no en pocas ocasiones a un negro para endosárselo a un escritor ya consagrado y vender más ejemplares. Sé de algunos “best sellers” concebidos así, pero me voy a callar.

No obstante y, para terminar, un consejo: nunca desconfiéis de vuestro talento. Y si creéis que tenéis una buena novela en la cabeza, escribidla. Porque, a pesar de lo expuesto, esto no son matemáticas. Y puede que aunque no se sigan las pautas se tenga éxito, y viceversa.

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