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lunes, 2 de noviembre de 2009

José Luis López Vázquez, de Paco Gómez

Recuerdo una noche, cuando era un crío, en la que toda la familia estábamos reunidos ante el televisor de blanco y negro. No sé si íbamos o acabábamos de cenar. El caso es que estábamos expectantes debido a que habían anunciado que la programación iba a contar con algo que, sin llegar a ser película ni corto, nos iba a dejar impactados. Vi “La cabina”, de José Luis López Vázquez, y esa noche no pude dormir. A partir de ese momento, cada vez que pasaba por una cabina sentía una aprensión fuera de lo común. Y aún siendo adolescente, cada vez que llamaba por teléfono desde una cabina ponía el pie para que no se me cerrara la puerta.

José Luis López Vázquez se ha ido para siempre. Hacía tiempo que no estaba bien, ya lo pudimos ver en aquella gala de los Goya del 2004 en la que le premiaron por su carrera. Una trayectoria difícilmente igualable y un actor genialmente versátil, capaz de interpretar el papel más dramático, como el que protagonizó en “Mi querida señorita”, o ser un personaje de comedia hilarante, como el padrino de “La familia, bien gracias”. Pero es que también fue hombre lobo, ladrón de atracos a las tres o el terror de las suecas en las comedias de la transición. Por no hablar de sus papeles en innumerables en obras de teatro o apariciones televisivas.

No fue un galán, más bien parecía un señor normal de los que te encuentras en el Metro. Tampoco se vendía en las revistas del corazón. No le hacía falta ni una cosa ni la otra. Llevaba dentro lo que muy pocas personas tienen: arte y genialidad. Ni siquiera era hijo de actores. Era hijo de modista y de un funcionario que abandonó el hogar obligando a todos los miembros de la familia a buscarse la vida. Y perteneció a una generación a la que le tocó vivir la Guerra Civil y sus consecuencias.

Nos hizo reír hasta la extenuación y también llorar. Hasta nos hizo pasar miedo. Nos hizo experimentar todas las sensaciones que diversos tipos de actores hacen sentir a su público. Pero él sólo era uno, un actor polifacético dotado con un don, el de interpretar cualquier tipo de papel en cualquier época y lugar.

Gracias, amigo. Y..., buen viaje.

1 comentario:

Unknown dijo...

Muy oportuno lo de recordar que también nos hizo pasar miedo. Es una faceta suya que se suele destacar menos. Gran actor, sí. De los llamados "característicos", porque son inseparables de un tipo físico y moral determinado. Lo que no quiere decir que se le pueda encasillar fácilmente.