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sábado, 29 de agosto de 2009

Novelas buenas, novelas malas, de Paco Gómez

De vez en cuando me gusta hacer crítica de novelas, aunque siempre constructivas. Si me gusta una novela, cito al autor, digo el título y no se me caen los anillos en alabanzas. Si leo algo que no me gusta, también lo digo, pero no cito al autor ni el título de la novela que seguramente ha sido escrita con tanto cariño como cualquier otra. Llevaré tropecientas novelas leídas desde que empezó el verano, algunas de autores conocidos y otras de autores de los que no había oído hablar en mi vida o de autores nuevos, hay que arriesgar.

Este verano me estoy centrando más en la Novela Negra, quizá por la avalancha de autores suecos. Respecto a esto os diré que no es oro todo lo que reluce, me he llevado decepciones. Pero también he descubierto cosas buenas. De Larsson y Millenium, nada que decir, la trilogía es estupenda, aunque quizá un poco exagerado el éxito que llega a resultar un tanto artificial. Me ha sorprendido Camilla Lackberg y me han decepcionado otros. Y he profundizado en la obra de Mankell, maestro donde los haya.

Me parece estupendo contar en este país con autores como David Torres y Domingo Villar que han entrado en el género con un éxito arrollador. Siento especial debilidad por David ya que al leer sus novelas me traslado a mi barrio en los ochenta; él habla de San Blas y yo, siendo de Canillejas, me siento totalmente identificado. No conocía a Domingo y la casualidad hizo que me encontrara con su primera novela “Ojos de agua” en la Feria del Libro de Madrid en una caseta. Me gustó la trama y me la compré en bolsillo, suficiente para que en cuanto salió “La playa de los ahogados” fuera a la librería y me la comprara.

Desde que empecé a escribir leo con una perspectiva distinta. Antes leía por puro entretenimiento. Ahora además, procuro aprender. Y se aprende tanto de una novela buena como de una mala. Una de las cosas que más me llama la atención es el encorsetamiento de géneros. No sé si serán exigencias de la editorial o empecinamientos de los autores. El caso es que antes del verano terminé mi tercera novela y me propuse una cosa: mezclar géneros. Así que hice una novela histórica mezclada con otra de género negro. Como siempre, elegí un hecho histórico que me llamaba la atención y lo mezclé con una trama negra, un poco a la forma de David Torres, ya que mi personaje principal es un detective de mi barrio, de Canillejas, lo que me dio la oportunidad de hablar del mismo, como David, que habla de San Blas. Ya veremos qué tal sale el invento, de momento la he presentado a un premio de novela negra. Y si no triunfo, pues nada, a esperar y a explorar otras posibilidades. Y a escribir, que ya tengo argumento para una cuarta que va a ser un poco de ciencia ficción, para romper moldes, intentando apartarme de clichés e investigando nuevos campos.

Por cierto, la última que he leído ha sido “Defensa cerrada”, de Petros Márkaris. No había leído nada de este autor griego con su personaje el teniente Kostas Jaritos. Me ha parecido estupenda. Otro autor más para la agenda.

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