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martes, 25 de agosto de 2009

Los funcionarios, de Paco Gómez

Cada vez que hay una crisis o algo funciona mal, tanto el gobierno de turno como la opinión del respetable, jaleada por tertulianos que a diario opinan en los medios de comunicación de un tema diferente (hay que ver lo que entienden), coinciden: hay que congelar el sueldo a los funcionarios. Ayer escuchaba a una de estas expertas tertulianas que daba su opinión al respecto. Decía que como los puestos de trabajo del funcionariado no peligran , era lógico que se les congelaran los sueldos. Vamos, que al funcionario hay que restarle poder adquisitivo frente al común de los mortales porque es funcionario (brillante razonamiento).

Que sepan todos que un señor que trabaja para el Estado en cualquiera de sus versiones (local, autonómica o nacional) gana menos que otro señor con un puesto equivalente en la Empresa Privada, eso para empezar. Y el acceso a la Función Pública no se puede comparar con el acceso a la Empresa Privada. En el primer caso hay que aprobar unas oposiciones durísimas, por lo menos en la especialidad mía. En el segundo, el acceso se consigue mediante un currículum y una entrevista personal, cuando no por enchufe o “contactos”. La diferencia es abismal.

Así que no entiendo la filosofía de “congelación de sueldos funcionarial” ni entiendo que siempre tengamos que “pagar el pato” los mismos. El que crea que los funcionarios somos unos privilegiados, que hinque los codos y que lo intente, que se esfuerce. Y a ver si somos capaces en este país de que la envidia deje de ser el motor para tomar determinadas decisiones.

He trabajado en la Empresa Privada muchos años. Ganaba mucho más dinero que ahora aunque tenía menos estabilidad. Ahora la tengo, pero cobro menos. Y encima quieren disminuir mi poder adquisitivo. Que se lo mermen a otros, no a mí. Además, no estoy casado ni tengo niños, lo que automáticamente me convierte en beneficiario de ninguna ayuda por nada. Y no me quejo por los cheques-bebé, ni por las ayudas al paro ni por otros incentivos que nunca tendré. Así que, déjenme en paz, que no he cometido ningún pecado, sólo he aprobado una oposición con el sudor de mi frente.

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