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jueves, 29 de octubre de 2009

Esperpento educativo, de Paco Gómez

Anonadado me he quedado hoy leyendo un reportaje titulado "Sin leer ni escribir hasta los seis" en el diario "El País". Catedráticos y pedagogos vuelven a dar las directivas para que mejore la Educación. Es acojonante el empecinamiento de unos y otros en "inventar" nuevas formas de dar clase que van en la línea de las pautas sobre las que se han fomentado las sucesivas reformas educativas que nos han llevado a la cola de los informes elaborados por la OCDE y otros organismos internacionales. Resulta que ahora enseñar a los niños a leer y a escribir a temprana edad es malo, ya que se debería emplear ese tiempo en enseñarles a practicar "habilidades sociales" y no sé cuántas otras chorradas. Para partirse, vamos. Del reportaje he extraído un par de frases para enmarcarlas: "La enseñanza debe ser lúdica y tener en cuenta intereses y desarrollo del niño" y "Arrancar la clase con una asamblea".

Punto número uno: La Enseñanza ni es ni debe ser lúdica excepto por el placer que los contenidos de las diversas materias causen en los alumnos. Al colegio se va a aprender y para aprender hay que estudiar. Y retener los conocimientos implica un esfuerzo y un compromiso por parte de padres, profesores y alumnos. Los intereses y el desarrollo del niño deben ser los que marque la ley, no los que el niño diga. No olvidemos que los críos no son adultos. Ya les tocará decidir cuando cumplan la mayoría de edad. Mientras tanto, deben seguir las pautas impuestas por los profesores, que son los que entienden de esto.

Punto número dos: Lo de que hay que empezar la clase con una asamblea es lo que me quedaba por oír. O sea, que según los expertos hay que transformar la clase en una especie de comuna y decidir lo que se va a hacer de forma democrática. Pues apañados estamos. Ni la enseñaza ni la educación deben ser democráticas porque la cosa se viene abajo. Si los niños hacen "democráticamente" lo que les da la gana en casa luego intentan hacer lo mismo en los institutos y más si en los mismos se les da alas. Así está la Educación y me temo que vamos a peor.

Y mientras desaprensivos como los que opinan en el reportaje campen a sus anchas y sean los encargados de las reformas iremos bajando puestos en los informes internacionales hasta acabar los últimos. Toda esta gente tienen algo en común: Nunca han pisado un aula de secundaria. Pero sin embargo se permiten el lujo pronunciar las lindezas que se les ocurren.

Lo de que hay que revestir a los profesores del rol de autoridad pública está fuera de toda duda. Hace dos días han agredido a otro docente en Vallecas. Y aquí no pasa nada. Cuando un profesor entra a un aula de E.S.O. se encuentra a todos los niños gritando y correteando por los pasillos. Y su presencia no calma los ánimos de los alumnos, que siguen a su bola. Se tiene que dedicar a gritar él también y a golpear la mesa y sí, en el mejor de los casos consigue algo que en nada se parece al silencio total ni a la atención de todo el colectivo. Últimamente no se terminan de dar los temarios (perdón, currículos en terminología LOGSE) porque no se puede. Los pocos niños que vienen educados desde casa y que quieren aprender no prosperan porque el resto de compañeros no les dejan. Los críos vienen a las aulas con unos egos como catedrales y se permiten el lujo de discutir a los profesores hasta su forma de dar las clases. Si algún docente decide expulsar al alumno de clase tiene que pensárselo mucho porque puede acabar siendo insultado o agredido (no hace mucho a una profesora le tiraron una mesa por expulsar a un chaval).

Señores políticos, reformen la Educación. Pero pregunten a los profesores, que son los que verdaderamente entienden, y déjense de pedagogos y lumbreras apoltronados en cátedras que no tienen ni idea de qué va esto.

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