
Las hojas revolotean en la noche creando una atmósfera del todo inhóspita. No obstante, no puedo resistirme a acercarme a mi banco del parque para comprobar que una vez más no hay estrellas. La luna está en cuarto menguante, como mis neuronas. Enciendo un cigarrillo entre los sonidos nocturnos. A mi lado, la soledad me recrimina que fume tanto, pero no logra molestarme. Debe ser porque fui yo quien la eligió a ella y no al contrario, aunque creo que se ha acostumbrado a mí, al fin y al cabo la molesto poco, por no decir nada. Reflexiono hasta llegar a ninguna parte y rememoro episodios pasados que no quiero repetir. Creo saber lo que hago, me engaño. En realidad no sé nada de la vida ni de mí mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario