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sábado, 3 de septiembre de 2011
Mi banco del parque (20), por Paco Gómez
Incertidumbre. No certeza. Realmente no estoy seguro de nada y desconfío de las personas tan seguras de sí mismas. En este momento solo sé que la luz de la farola que alumbraba mi banco hoy no luce. Es la única que no lo hace de entre la precaria hilera. Así que enciendo un cigarrillo prácticamente a oscuras y la brasa alumbra el entorno más que de costumbre. Empieza a hacer frío. Entrecruzo las piernas y apoyo la barbilla en el pecho. La soledad me mira con ojos de clemencia fingida, si la conoceré yo. El viento agita las copas de los árboles y mis pensamientos. Habitan en mí esta noche sentimientos vacíos y mi inapetencia está en todo su esplendor. Hay ruidos mudos que se entremezclan con silencios estruendosos danzando con la hojarasca. Suspiro por las noches antiguas en las que nunca fui feliz. La muerte me pregunta al oído por la dama que me acompaña y ella le da un zarpazo que la hace huir. Para mí que se ha puesto celosa. No permite que nadie me acompañe. Ni siquiera alguien tan solemne y elegante como quien me ha hecho la pregunta. La soledad me protege hasta de ella.
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