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sábado, 22 de agosto de 2009

Escribir, de Paco Gómez

Hace unas horas, mi amiga Felisa publicaba una entrada en su blog en donde hacía unas reflexiones interesantes sobre el arte u oficio de escribir (http://felisamorenoortega.blogspot.com/2009/08/escribimos.html). Yo voy a hacer aquí la mía. Ella hablaba de sus sensaciones, en cuanto a que llegaba un momento en el que se obligaba a escribir. Y que había veces que lo que escribía no le gustaba y corregía y corregía hasta llegar a un resultado óptimo o hasta que lo dejaba peor que estaba.

Creo que esto nos ha pasado a todos. No obstante, yo pienso que escribir no implica sólo la maniobra de sentarse delante del ordenador y empezar a teclear. Al menos yo no lo hago así. Hay veces que sí, que escribo a diario y no puedo parar. En cambio, en otras ocasiones lo dejo durante días, durante semanas o durante meses. Eso no significa que haya abandonado la escritura, ni mucho menos. Durante ese tiempo, mientras trabajo, o mientras paseo o tomo cafés, estoy modelando ideas que al final fraguan mentalmente y ése es el momento en el que vuelvo a sentarme y la cosa sale de corrido. En el caso de las novelas me ocurre otra cosa: llega un momento que tengo que parar porque me agoto mentalmente. Tengo la certeza de que si en ese momento sigo escribiendo me cargo el proyecto. No estoy de acuerdo con los escritores que, por ejemplo, dicen reservarse todos los días unas horas para escribir, pongamos “todos los días de 7 a 11 de la noche”. Según yo lo veo, escribir no es un trabajo de ocho horas al día de lunes a viernes. Escribir es un trabajo creativo y la creatividad no se puede controlar. Lo que más se parece a un trabajo convencional en la composición de una novela es la fase de documentación. Pero el resto es imaginación, trabajo creativo.

En cuanto a lo de corregir y corregir, sencillamente, no lo hago. Me resulta muy difícil releer lo que ya he escrito. Procuro que lo que escriba tenga el suficiente sentido para no tener que volver sobre ello y cambiarlo, para lo cual ha de haber sido creado con la inspiración suficiente. Es cierto que siempre hay que corregir, porque cuando uno escribe comete fallos de argumento, faltas gramaticales y ortográficas, etc. La labor de corrección la debe hacer otro, a poder ser un filólogo que sea un ávido lector de novelas. Porque es bastante común que el propio escritor pase por encima de los fallos sin darse cuenta. Así que siempre ando dando el tostón a los demás, pero creo que no hay otra forma.

Y vosotros, ¿qué pensáis?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Para mi escribir, como lo hacéis vosotros en un don, el arte de transmitir con palabras, que unidas, entrelazas dicen tanto,
me gustaría tener el talento necesario, para expresar lo que siento, para contar al mundo mi sentir,
pero me conformare con leer y disfrutar de todo vuestro arte, que me consta que es mucho. Un saludo.

Paco Gómez Escribano dijo...

Muchísimas gracias por tus palabras.