Poemario NO TARDES EN VOLVER A LA CRISTALERA DEL TIEMPO, de Virtudes Reza. EDITORIAL LEDORIA

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El círculo alquímico, de Paco Gómez Escribano. Editorial Ledoria. I.S.B.N.: 978-84-95690-73-9. A la venta en enero.
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viernes, 17 de abril de 2009

Harrods, de Paco Gómez

Si visitan Londres y les gusta el pijerío, no lo duden, vayan a los almacenes Harrods, sí, ese Harrods, el del emporio Al Fayet. Hay que ver lo que tiene allí montado el mencionado ricachón. El Corte Inglés les parecerá un todo a cien comparado con todas y cada una de las plantas de los almacenes londinenses. Salas y salas repletas de artículos de marca carísimos de la muerte, eso sí, todos y cada uno de los dependientes con sonrisas profidén por castigo. Hasta los guardias de seguridad parecen tus amigos de educados y risueños que se muestran ante el hipnotizado visitante. Es el disneylandia de los grandes almacenes, tienen de todo, colocado ordenadamente en los exclusivos mostradores y estanterías. Yo soy más de mercadillo, no obstante, reconozco que merece la pena dar una vuelta por allí, más que nada para flipar con esa filosofía de ventas y para alucinar con la gente, que paga altos precios por productos que en cualquier otro comercio valdrían la mitad.

Pero..., sobre gustos no hay nada escrito, en fin. Lo que me pareció más curioso es que hay una sala con productos de la marca Harrods: bolsos, bolsas, relojes, ositos, sacacorchos, carteras, pañuelos..., etc. Productos que, en general, no sirven para nada, pero claro, llevan rotulado el logotipo de Harrods, y la gente se vuelve loca, y los compran, para ellos y para regalo.

El caso es que me fui a dar un garbeo con Virtudes, la Niña Poeta, la niña de Algeciras, y acabamos en la sala de colonias y perfumes. Hombre, de lo malo, uno allí puede perfumarse bien perfumado y por la jeró, de gratis, vamos, y embriagarse con aromas de Versace, Armani, Yves Saint Laurent, etc. Dejamos a Pili y a Jorge en no sé dónde para verlos más tarde. Si unos días antes me llegan a enseñar el eseemeese que más tarde le puse a Pili, no me lo creo, pero continúo. Después de aromatizarnos la niña y yo, fuimos al servicio. Una maravilla, oigan, qué aseos, qué bien olían, qué luminosidad, qué sonrisas..., sí, porque por allí había empleados de Harrods que aparentemente no tenían ninguna misión que cumplir, excepto sonreír. Y tú entras y entre los olores, las sonrisas y el glamour reinantes pues meas hasta relajado y feliz, toda una experiencia.

Y ahora el eseemeese que le puse a Pili: “No encontramos Valentino’s (que era donde habíamos quedado), os esperamos en Tiffany’s”. Y ahora me dicen ustedes si el eseemeese no es increíble para un tío como yo, de barrio y más bien acostumbrado a otros ambientes. Por eso, cuando días después Pili me lo enseñó, me partía el pecho. Todavía no lo ha borrado ni lo va a borrar, que dice que se lo queda de recuerdo. Qué pijerío el de Harrods...

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