Poemario NO TARDES EN VOLVER A LA CRISTALERA DEL TIEMPO, de Virtudes Reza. EDITORIAL LEDORIA

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El círculo alquímico, de Paco Gómez Escribano. Editorial Ledoria. I.S.B.N.: 978-84-95690-73-9. A la venta en enero.
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martes, 21 de abril de 2009

Momento Cristales, de Paco Gómez

Yo no sé qué pasa, pero en el bar Los Cristales siempre hay un momento del día para asombrarse. Y no me refiero a la comida, de la que ya he hablado otras veces, ni a la simpatía de los camareros. Me vengo a referir al repertorio de personajes entre castizos y peculiares. Parece que esa esquina tiene algo, como un imán que atrae a ciertas personalidades dignas de ser estudiadas y observadas. Desde luego para un escritor, el bar es una mina de la que extraer artículos, poemas o incluso una novela.
Esta misma tarde estaba tomando un café y ha entrado una mujer rondando la cincuentena cuyas arrugas en el rostro denotaban mil y una batallas vividas, unas vencidas, otras perdidas, otras, simplemente pasadas. Ha entrado al servicio y después ha pedido una cerveza. Hasta aquí todo bien, aunque ya digo, en un primer análisis visual la mujer es de las que llama la atención en cualquier sitio, ya he comentado, mujer curtida, entrada en años y con mucho vivido, pero en Los Cristales, normal, desapercibida, vaya. Lo que nos ha llamado la atención a Benjamín, el camarero, y a mí es la pregunta de la señora. Le ha pedido un cenicero, pero la cosa no ha quedado ahí, porque lo que ella quería era un cenicero rojo. “¿Cómo?” La pregunta salió de la boca de un cariacontecido Benjamín que, aunque acostumbrado a todo tipo de extravagancias, puso la típica cara de flipe que puse yo al escuchar el requerimiento de la clienta. El final de la historia es simple, no había cenicero rojo y la señora tuvo que conformarse con uno de los ceniceros del bar que, por cierto, también son curiosos.
Me decía Benjamín, sabedor de mi afición por la escritura, que el asunto era para escribir y con razón, en eso estamos. La verdad es que un escritor nunca sabe dónde está el poema, el artículo o la novela. La inspiración te asalta en cualquier momento y en cualquier circunstancia. Me ha pasado a mí esta tarde y a Virtudes, la Niña Poeta, la niña de Algeciras, le pasó ayer en una librería mientras mirábamos distraídamente las últimas novedades. De repente, la veo anotando títulos. Sin comprender muy bien, la interrogo al respecto y me contesta que del título de cada novela se puede hacer un poema. Anotaba los más llamativos, a su modo de ver y, en efecto, llevaba razón. Todos y cada uno de los títulos eran la mar de sugerentes. Yo no me había dado ni cuenta, pero ella sí, claro, el talento, que le rebosa por los bordes. Bravo, Niña, y lo dicho, nunca pierdas mi número de móvil.

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