Poemario NO TARDES EN VOLVER A LA CRISTALERA DEL TIEMPO, de Virtudes Reza. EDITORIAL LEDORIA

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El círculo alquímico, de Paco Gómez Escribano. Editorial Ledoria. I.S.B.N.: 978-84-95690-73-9. A la venta en enero.
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domingo, 22 de marzo de 2009

La Niña Poeta V, de Paco Gómez

El sábado pasado tocó recital poético en el Puerto de Santa María. Así que allá que nos fuimos Virtudes, la Niña Poeta, la niña de Algeciras, y un servidor. Nos acompañaron dos buenos amigos, Pili y Jorge. Desayunamos en la Venta Andrés, término municipal de medina Sidonia, venta curiosa donde las haya, en donde se mezclan cazadores, ganaderos y señoras estupendas con bolsos de Versace. El nexo: la buena comida, los precios y el trato. Cuando pedí tostada con mermelada y mantequilla, muy de Madrid, se hizo el silencio. Aguanté el tirón como pude, entre tostadas de zurrapa y aceite virgen. Adrián, el camarero, apodado “el Niño”, nos trajo con la rapidez de un Ferrari, café, tostadas, queso y un plato de carne y morcilla. La cosa se animó tanto, que me unté media al estilo madrileño y media con la zurrapa tan de aquí. Y venga, queso, morcilla... Nunca había desayunado tan fuerte. Y “el Niño”, con un chupetón en el cuello, contándonos la charla que le había dado su abuela debido a su promiscuidad. Y cuando voy al servicio, pues ea, que máquina de condones y máquina de tangas para las señoras, flipante. Tan curiosa me pareció la situación que al final acabamos los cuatro en el servicio haciendo fotos y partiéndonos el pecho.
Con la pesadez del desayuno, nos plantamos en el Puerto, para lo del recital. Y recitaron algunos compañeros, su poesía, que en el Parque de los Toruños, entre naturaleza y sol, pues qué quieren que les diga, fenómeno. Pero, ¡ay!, cuando subió al escenario Virtudes, la Niña Poeta, la niña de Algeciras. Porque a ella el atril y el micrófono, le encajan como a la Cenicienta el zapato de cristal. Antes de que empezara a recitar, yo ya estaba sobrecogido. Pero cuando esa niña empezó a verbalizar sus versos, se hizo un silencio tan pesado, que yo me empequeñecía en el asiento. Que poderío, y esos versos que se disparaban como latigazos por toda la carpa..., y Virtudes, la Niña Poeta, la niña de Algeciras, con esa estampa tras el atril, sobria, bella, chula y potente... Me tuve que reprimir para no levantarme y gritar: ¡Poeta! O ¡Guapísima! O las dos cosas.
No se pueden ni imaginar los aplausos que cosechó. Vamos, que la aparición de esta bestia de la Poesía ensombreció las anteriores actuaciones, dejando el pabellón de Algeciras bien alto. Luego leí yo, aún sobrecogido, pero esto es lo de menos. ¡Qué barbaridad Virtudes, la Niña Poeta, la niña de Algeciras, qué forma de escribir versos, qué forma de leerlos! Eres un genio, ya lo sabes.Luego marisco en Romerijo, cafés, en fin lo típico. Y si lo llego a saber no me sueno la nariz con tanto ímpetu, pues me dio una hemorragia del carajo. Había que verme tumbado en la cama del hotel y el arte de Pili, eminente médico de Algeciras, haciéndome un tapón nasal con papel higiénico y presionando con el abridor del mini bar. Y ese Jorge haciendo fotos, y esa Virtudes, la Niña Poeta, la niña de Algeciras, sentada en la cama diciendo chorradas. Y yo sangrando como un cochino y partiéndome el pecho de risa. Y al final acabamos en el Centro de Salud para que me cortaran la hemorragia. Y el domingo, ya recuperado, en la Fundación Alberti, y de tapas con Paco Arniz, pintor taurino que exponía en la Fundación. Pero con la resaca de los versos de Virtudes, la Niña Poeta, la niña de Algeciras, que aún me tienen sobrecogido. Niña, nunca pierdas mi número de móvil.

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